miércoles, 11 de febrero de 2009

Insomnio


La última noche de insomnio, los libros comenzaron a hablar entre ellos. Se notó descentrada y con la memoria sucia, por lo que no le extrañó nada. Y, como no tenía nada mejor que hacer excepto dormir y dormir era imposible desde hacía días, se quedó a escuchar.

No le gustó nada lo que oyó. Resulta que los clásicos rusos se habían puesto de acuerdo para ofender a los poetas neorrealistas, y lo hacían a espaldas de los libros infantiles que tenían animales en la cubierta. Mientras, un libro de relatos eróticos llamaba por teléfono a sus amantes. Las engañaba. Ella no saludó, porque consideraba que no sería bien recibida, con su insomnio y sus preguntas inoportunas y sus angustias ocasionales y su naturaleza polifásica y poliándrica. Y no andaba desencaminada: por un momento hizo un ademán de sonido y le vinieron con Dámaso Alonso -que no Gironella- y su millón de cadáveres y sus gemidos de huracanes y sus rosales secos. Qué miedo, los rosales secos. Así que se quedó callada y escuchando. Con la ceja levantada, para parecer lista, y exhalando el humo del tabaco de siempre.

La cosa pasó a mayores, al veneno y los desnudos, pero ella no intervino. Dejó que la cosa se disolviera sola, con la luz del día y los aparadores negros que se volvían blancos. El sol hizo callar a los libros y, cuando las ediciones se agotaron, todo se detuvo y volvió al orden que acostumbraba. Ella se durmió. Encogida de hombros.

Esta noche la estará esperando; ella no lo sabe, pero él la estará esperando allí, entre el existencialismo alemán y el realismo mágico latinoamericano. En la parte baja de la librería. Saldrá abriéndose paso, a machetazos, destrozando ejemplares de novela romántica y de chick-lit. Y se lo dirá, no al oído, sino dándose palmadas en la cubierta: tranquila, la poesía cómica existe.


20 comentarios:

Terapia de piso dijo...

Esperar agota y mucho.
Disculpa mi pesimismo del momento.

Un abrazo.

José Roberto Coppola

Fauve, la petite sauvage dijo...

Magnífico texto, magnífico retrato del insomnio.
Al menos del mío ;-)
Besitos, Fer; que duermas bien esta noche; a mí me toca insomnio de nuevo.

Fauve, la petite sauvage dijo...

...¡y magnífica pintura!.

A través del espejo dijo...

Ajá!! He aquí un hombre con esperanza!

Pronto! Guardémosle bien los pasos y mantengámosle a salvo de los celadores del día.
Démosle alas y aire, como a un fuego incipiente...aunque tenga que ser a fuerza de halagos. Ahí va el mío!

Eva dijo...

Me ha recorado a Toy Story en plan libresco. Me ha gustado muchísimo.

Anónimo dijo...

¡Ay! Qué bonito tiene que ser, en mitad de una noche de insomnio descubrir por primera vez esos versos: "Era una gallina ética, mollética, con el culo cocotudo, pero analfabética".
Por otra parte, comprobando las sílabas de los sonetos también se duerme uno, no?
Me encanta. Cocotudo.

Djuna dijo...

Bonito final.
Pasa a veces entre las paredes algo similar a los murmullos, pero los ejércitos de palomas dejaron de espiar esas conversaciones hace mucho tiempo. Ahora se dedican a arrojarse en el vacio de las iglesias.

Liliana G. dijo...

¡Estupendo texto! ¡Qué no daría por escuchar lo que dicen mis libros! El insomnio... sombras que se diluyen en el alba y nos dejan un gusto a claroscuros infinitos.
Un gran cariño.

Sofía B. dijo...

Vaya era cierto pues, no soy la única que los oye...

Brillante como siempre¡¡

Rosa dijo...

Algunos personajes de los libros están más vivos que algunos mortales.
Me ha gustado mucho tu relato.

Maite Mava dijo...

¡La poesía cómica existe! Por fin alguien viene a cantarme las verdades,y no las cuarenta...

Anónimo dijo...

Y ella ya no durmió sola...

Anónimo dijo...

Ya decía yo que los libros hacían cosas raras por la noche, alguna mañana he visto un chik-lit enseñando el lomo, cuando saben que está prohibido :P

sc.

Fidias dijo...

Los libros siempre hablan, pero nunca los había oido discutir. Está bien saber que entre ellos no todo el perfecto.. como nos pasa a los humanos.

Miss Morpheus dijo...

Lo peor de las noches de insomnio es la soledad y el no-paso del tiempo que desespera, angustia y enaltece pensamientos (casi siempre negativos) que no tienen cabida en la vigilia. ¡Ojalá mis libros armaran jarana en mitad de la noche! Gustosa les espiaría tras el humo de un cigarro. Y al llegar el día, cuando callaran respetando el sueño diurno de los insomnes, les susurraría cotilleos que alimentarían la siguiente noche... ¿Quién querría dormir con semejante entretenimiento nocturno?

Un abrazo.

simalme dijo...

Navidad y día de los enamorados. Típicas noches de insomnio (para bien o para mal)

Myriam M dijo...

Así que se quedó callada y escuchando. Con la ceja levantada, para parecer lista...

siempre busco un detalle que me sorprenda en cada uno de tus cuentos, aquí fue este simple gesto tan humano

Ylka Tapia (Malalua) dijo...

Guau... Soberbio relato. Ya quisiera yo poder escuchar mis viejos libros, jajaja.

AAN dijo...

Prefiero el realismo mágico al existencialismo alemán ;)

Ya hacía tiempo, ya... Beso

manuel_h dijo...

pues imagínate yo, que vivo cerca de una biblioteca, ¡qué noches me dan, dios, qué noches!!

 
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