domingo, 29 de enero de 2012

Bañera



Su sueño era bañarse en una bañera de ésas con patas, y allí ponerse a leer toda la noche, en remojo.
Por la mañana, al salir de la bañera, estaba tan arrugada que se preocupó y hasta fue al médico. El médico le dijo
Ha envejecido usted treinta años de golpe.
De golpe, no; en una noche, precisó ella.
Y el médico le prohibió la lectura en la bañera durante los pocos años que le quedaban.
Pero ella llegó a casa y se metió en la bañera, a leer durante toda la noche.

sábado, 21 de enero de 2012

Objetivo



Cuando todavía jugábamos en el patio a uno de nosotros se le ocurrió lo de cavar un hoyo lo más profundo posible.
Así atraparemos a los ladrones que quieran entrar en el patio, argumentó, y todos estuvimos de acuerdo. Qué buena idea.
Al día siguiente comenzamos a cavar. Nos aburrimos al poco rato, como con todo en esa época, y dejamos en el suelo del patio un agujero que sólo sirvió para que mi abuelo tropezara varias veces.
Porque el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, pero mi abuelo tropezaba bastantes más.
Y un día me preguntó que por qué ese agujero, y yo se lo expliqué, y él me animó  -para eso están los abuelos – para que siguiera cavando, hasta, como mínimo, llegar a Australia, que es lo que está al otro lado, me explicó.
Qué guay, Australia, y salí corriendo a cavar como un loco.
Llegué a Australia, vaya que si llegué.
Pero el hoyo siguió sin servir para atrapar ladrones y mi abuelo continuó tropezando.

sábado, 14 de enero de 2012

Secundaria



Se salió a esperar que la película terminara. Quería refugiarse de tanta ficción.
Entre sollozos, recordaba las heridas de los reproches y se preguntaba por qué. A casi nada le tenía miedo, y aun así había salido huyendo de todo aquello, que era demasiado. Se había levantado y, como en ese momento él estaba hablando, nadie se percató de la huida, ni siquiera todos los que miraban con atención lo que sucedía en la escena, que eran unas cuantas decenas.
Tenía la cabeza cargada de pensamientos dolorosos que reclamaban explicación. No se quería asustar aún más mirando alrededor, así que cerró los ojos y se tapó la cara con las manos.
Comenzó a hablar. No estaba acostumbrada a hacerlo fuera de su pequeño cubículo y era raro oír sus sonidos en aquella habitación.  Pa-pa. El eco le devolvió pa-pa. Y luego una frase, “hola, soy yo”. Y después varias frases.
Y abrió los ojos y se miró las manos iluminadas por aquella luz tan nueva, y se las vio pequeñas y arrugadas; y luego los brazos, y después se recorrió la cara y la notó huesuda, con más alma que antes, pero igual de fría de sentido. Y el cuello, grande; y los brazos, con demasiadas venas. Después se miró el vestido y se lo notó de un azul desmedido, y sin duda lo era, aunque comenzó a tocarlo, y le gustó el tacto en todas direcciones.
Así la encontré, palpándose cada pliegue, y me miró diciéndome no digas nada, y ahí se quedó, a esperar que la película terminara, a refugiarse de la ficción que la obligaba a estar en la pantalla, al fondo, detrás del protagonista.

domingo, 8 de enero de 2012

Musas



Todas las noches, sobre las 2:14 de la madrugada, el servicio de recogida de musas sale de la cochera de Adrià del Besós y recorre la ciudad en busca de aquellos restos de inspiración que quedan por los bares y las calles de Barcelona.
Para aquellos a quienes les haya pasado desapercibido, el servicio de recogida de musas es algo parecido al Nit Bus, pero en negro, y va bastante rápido; a veces incluso se pasa los semáforos en ámbar, pero no verán a un guardia urbano poniéndole una multa, ya que suelen hacer la vista gorda.
El servicio de recogida de musas sólo está activo desde las 2:14 a las 4:27 y tiene muchos barrios por los que pasar.
No crean que sólo se dedica a recoger jovencitas. La inspiración ya no sólo es patrimonio de enamorados bisoños o de viejos verdes. Ahora sobre todo se lleva consigo electrodomésticos, muebles, animales de compañía y señores mayores. Se dice que una vez hasta recogió un pack de yogures naturales y los restos de un cochinillo.
La gente escribe sobre cosas muy raras.
Imagínense si es así que ayer por la noche me recogió a mí, que no pensaba ser musa de nadie, pero miren, aquí estoy, en lo que parece una nave industrial de Montigalá; he oído que me soltarán por la tarde, o bien me incinerarán o tal vez escriban algo conmigo.
Sinceramente, no sé qué es lo que prefiero.

domingo, 1 de enero de 2012

La verdad sobre los saltos de esquí



En 2012 el fin del mundo no llegó, aunque no hubo saltos de esquí por la tele y, para eso, mejor que llegara el fin del mundo.
Resulta que es que ese año a los saltadores de esquí les dio miedo lo de bajar por la rampa aquella. Que a quién se le había ocurrido, dijeron.
Tenían razón, porque vista desde arriba, la cosa impone.
Así que en 2012 se decidió que los saltadores de esquí saltaran desde más abajo; desde tan abajo que hasta dejaron de ser saltos y se convirtieron en simples brincos de esquí.
Y eso de brincos de esquí no quedó serio y por eso no hubo saltos de esquí por la tele y, para eso, mejor que llegara el fin del mundo.

 
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