domingo, 27 de noviembre de 2011

Lo mejor



Lo mejor de todo es ser niño.
Lo segundo mejor de todo es escribir sobre ser niño.
J.M. Barrie

Lo mejor de que seas tan adulta es que, contigo, puedo ser todo lo niño que quiera,
y cavar agujeros para que caigan los intrusos,
y cazar arañas con mi imaginación,
y hacer trampas con el calendario de Adviento,
y escuchar cuentacuentos con el radiocassette de mi abuelo (pasando las canciones, que no me gustan demasiado, excepto la de debajo un botón, ton, ton).
y mirar cómo la gente pasea por la muralla y salta las cañoneras,
y ordenar otra vez mis tebeos,
y oler la goma de borrar,
y saltar en la cama,
y luego construir un fuerte con las sábanas,
y sólo te dejo pasar a ti, para que sigas siendo adulta,
y yo tan niño.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Elecciones (V)



Hoy he dejado lo de votar para después de comer, para evitar colas y porque yo en la sobremesa tengo un talante mucho más progresista; de mañanas, como me haya levantado con el pie cruzado, puedo hasta ser de derechas, y estos tíos no lo necesitan, al menos hoy. Bien, pues he llegado al colegio electoral –que lo tengo al lado de casa– he cogido una papeleta de los de siempre y la he metido en el sobre blanco. Después le he dejado mi carné a uno de los de la mesa, me han dicho “vota”, pero, cuando he ido a introducir el sobre en la urna, resulta que no había urna.
He preguntado, con toda la discreción que me caracteriza, que cómo iba a votar, si no había urna, y me han dicho que las urnas estaban de huelga hoy.
Precisamente el día de las elecciones, he preguntado de nuevo, y me han contestado que claro, que qué día si no iban a hacer huelga las urnas electorales. A pesar de la lógica aplastante del argumento, he insistido en mi pesquisa con una –aguda– observación. Algo así:
Qué desfachatez la suya animarme a votar cuando en realidad era imposible.
Pero, de nuevo, me han contestado con un argumento que ha pulverizado mis afiladas intenciones.
Hasta ahora nadie se había quejado.
Y he pensado en voz alta que hasta aquí habíamos llegado, que no iba a ser yo el primero. He dado media vuelta y he salido del colegio con el sobre en la mano, que he procedido a depositar en el primer contenedor azul que he visto. Ante todo, sostenibilidad.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Orden



Hoy nos ha dado a mi mujer y a mí por ordenar una de las librerías, aquella donde tenemos conviviendo a los libros de fotografía y cine con las literaturas portuguesa, centroeuropea, sueca, japonesa y rusa. Siempre nos ha inquietado esta combinación, pero fue fruto del cansancio, no nos juzguen: cuando uno lleva cuatro horas clasificando autores castellanos, catalanes, latinoamericanos, ingleses, norteamericanos, italianos, alemanes y franceses, lo último que desea uno es dedicar más tiempo a la biblioteconomía y documentación. Es el momento de crear el grupo “otros”, también llamado “miscelánea”, donde agrupar todo lo demás, lo que no se quiere y lo que no se sabe.
Esa precisamente es nuestra librería de fotografía, cine y literaturas portuguesa, centroeuropea, sueca, japonesa y rusa, que es la misma que nos ha dado por ordenar hoy domingo lluvioso. La operación ha comenzado con la extracción de los libros de los estantes y su disposición en el suelo del cuarto de estar en montones temáticos, tarea complementada con el comentario compartido acerca de los libros que ya hemos leído y que no recordamos, y acerca de los libros que no recordamos que existen y que aún no hemos leído. Es algo que disfrutamos casi tanto como el sexo, la escritura de haikus o la crítica corrosiva de la filmografía de Lars von Trier.
Cuando hemos comenzado con la literatura centroeuropea, detrás de uno de los volúmenes del Larsson ha aparecido un señor del PP. No nos hemos sorprendido, porque es algo que abunda en estos tiempos de prima de riesgo, así que simplemente lo hemos apartado un poco y hemos seguido con lo nuestro. Sí que le hemos saludado, que educación no nos falta.
Buenos días
Le hemos dicho. Ocupado como estaba en su derechismo, no se había dado cuenta de nuestra presencia hasta ese momento. Nos miró, se le puso la cara blanca, pegó un respingo y corrió a refugiarse detrás del ejemplar de El alquimista. Y ahí se quedó y allí sigue. Y tiene pinta de no largarse. Yo de momento he ido a comprar una trampa para ratones, a ver si funciona también en estos casos.

domingo, 6 de noviembre de 2011

7 menos 1



En el decimoquinto año después de Lehman Brothers, el G-20 tomó la decisión unilateral de suprimir el domingo. En un primer momento se pensó en, simplemente, eliminar el rojo de los calendarios, pero los cristianos y, sobre todo, algunos sectores de la izquierda se opusieron de forma rotunda. Así que se optó por la solución de eliminarlo y punto.
Por tanto, 2024 fue el primer año sin domingo. Del sábado se pasaba al lunes y ya está.
El sábado se convirtió en el nuevo domingo y el viernes siguió siendo viernes, así que técnicamente lo que desapareció fue el sábado, con todo lo que implica algo así: continuaron existiendo los suplementos dominicales, pero también las tardes de domingo, las resacas, las comidas familiares y, por supuesto, la misa, el fútbol y carrusel deportivo. Lo que sucedió es que todo pasaba en sábado y ya no valía eso de ya lo haremos mañana, que es domingo.
Al principio nos costó, pero luego nos acostumbramos, e incluso los lunes dejaron de ser tan lunes y pasaron a ser un día más. Y los sábados estaban muy bien, pero eso ya se supone.
Lo que luego se supo fue que, en realidad, el domingo seguía existiendo y los del G-20 lo tenían escondido, que sus familias continuaban yendo a misa con calma y dejando cosas para mañana y que mañana seguía siendo fiesta, y que en sus vidas todavía había un sábado y un domingo, con todo lo que implica algo así.
Sus lunes, sin embargo, eran tan lunes como lo eran antes.
Por eso no nos quejamos. Que se jodan los del G-20 y sus familias y sus lunes.

 
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