miércoles, 27 de junio de 2007

Confianza

Dictyoptera Mantodea se calzó sus botas nuevas, se retocó las púas y volvió a mirarse en el espejo con esos ojos enormes –compuestos– que tantas pasiones habían despertado en el cénit de su juventud, hacía meses ya. Sonó el teléfono y, con parsimonia, como danzando en el aire y comulgando con la tierra, lo dejó sonar siete veces más, se acercó y lo cogió. Era él, no se sorprendió, lo esperaba. Mientras escuchaba, ojeó otra vez las púas, demasiado largas, llegará el día en que no me alcance la sangre. No, claro que no te mataré, eso son historias que os explican a los machos para que no os acerquéis a nosotras, pero ¿qué sería del futuro de nuestra especie si así sucediera? Le dolía mentir, cada vez más, siempre la misma canción, pero se sentía un juguete del instinto; al fin y al cabo, ¿qué era ella, sino una vulgar mantis religiosa? Por descontado, puedes estar seguro de que la cópula será limpia y sin dolor. Dos horas, como es habitual. Y olvídate de cuentos de niños, de decapitaciones y de canibalismos absurdos, dijo fanfarroneando de mandíbulas. Confía en mí.


domingo, 24 de junio de 2007

Inocencia (Clásico revisitado número 4)


-¿Tienes papel y boli?

- Sí, dime.

- A ver, primero lo salpimentas, lo pones en una cazuela de barro…

- Uy, espera, no sé si tengo cazuelas de barro.

- Vaya, es que queda mejor. A ver, que si no tienes, no pasa nada, pero yo que tú lo haría en cazuela de barro. Te quedará más “auténtico”.

- Bueno, la busco o se la pido a un vecino. Sigue.

- Pues eso, lo pones en la cazuela con la manteca y lo vas sofriendo con unas cebollitas y el tocino. Echas una pizca de tomillo y perejil, y una hoja de laurel, si tienes, y le vas quitando grasa poco a poco.

- De acuerdo. ¿Pero toda la grasa?

- No, mujer, tú verás; eso, al gusto del consumidor. Pero te quedará más rico si le dejas parte.

- Vale.

- Bueno, pues según se vaya haciendo, riegas todo con el vino y dejas que se reduzca. Al final le pones un poco de harina y una pastillita de Avecrem y lo dejas cocer a fuego lento.

- ¿Y ya está? ¿Y la picada?

- A eso iba. La picada la haces con avellanas, piñones y chocolate y la echas unos quince minutos antes de que se acabe de cocer, más o menos.

- Qué bueno. A ver qué tal sale. Muchas gracias.

- Nada, Alicia, a mandar. ¿Y dónde dices que lo encontraste?

- Al lado del río. Estaba con mi hermana y apareció de repente. Nada más verlo, con ese chaleco y el reloj, pensé: “qué bueno estaría a la empordanesa”.

miércoles, 20 de junio de 2007

"Fate is being kind to me"



"Fate doesn't want me to be famous too young"

La frase no es mía, sino de Duke Ellington.

En el vídeo podéis verlo tocando con su orquesta uno de sus mejores temas: "It don't mean a thing", hoy considerado estándar, con letra de Irving Mills.

Además, es banda sonora del Club de la Serpiente (capítulo 16 de Rayuela).

"What good is melody, what good is music
If it ain't possessin' something sweet
It ain't the melody, it ain't the music
There's something else that makes the tune complete

It don't mean a thing, if it ain't got that swing
It don't mean a thing, all you got to do is sing
It makes no diff'rence if it's sweet or hot
Just give that rhythm ev'rything you got
It don't mean a thing, if it ain't got that swing"


domingo, 17 de junio de 2007

Placeres mundanos


La piel y el aire absorbieron la última gota de sudor. La temperatura se hallaba ya en su valor correcto; no más de 20 grados ni menos de 15, indicaba el barómetro electrónico. Sobre la mesa de cristal –impecable, sin rastro de pasado–, blanco, tinto, rosado, joven, envejecido en barrica, crianza, gran reserva, un sacacorchos y cinco copas de vino. Cogió una botella de Penedès crianza 2004, 55% Merlot, 30%, Cabernet Sauvignon, 15% Cabernet Franc, cortó su cápsula por debajo del recogegotas y limpió la boca del recipiente con una servilleta de papel. Después, suavemente, quitó el corcho, que salió con un silencio de sepulcro. Sirvió cuatro centilitros en una de las copas y observó con detenimiento el líquido, el color granate intenso y brillante, limpio, con matices de teja maltratada por el pedrusco. Deslizó los dedos índice y corazón de la mano derecha por el pie de la copa y la movió, como si acariciara la piel amada. Los vapores del caldo penetraron en su nariz, que distinguió roble francés, ciruela y coco, con una ligera reminiscencia a humo de habano. Era un aroma intenso y punzante que se le asomó al estómago.

No se percató, sin embargo, de la tretrodotoxina.

Lo encontraron muerto entre decantadores vacíos. Días más tarde.

Yo ya estaba lejos, bebiendo tinto de verano.

jueves, 14 de junio de 2007

Por encima de los símbolos


“Rosa d’abril, Morena de la serra,
de Montserrat estel,
il·lumineu la catalana terra,
guieu-nos cap al Cel”

Primera estrofa de El Virolai, de Jacint Verdaguer.

No es norma de la casa publicar fotos propias, pero la ocasión merece un replanteamiento de tan estricto patrón.

¿Volar sobre Montserrat será considerado blasfemia?


lunes, 11 de junio de 2007

Amor eterno

Se acercó y se sentó a mirarla. Dormía. Se quedó tan extasiado con su belleza que se enamoró al instante y cayó de rodillas. Afuera la nieve ardió. En ti me quedo. Sintió el silencio e imaginó el borrador del porvenir: que vivirían juntos, que tendrían hijos y nietos y bisnietos y perro y canario; que iban juntos al supermercado, al centro comercial, al parque de la esquina; que viajaban por el tiempo, hacia delante y sin jet lag (last call for passengers); que compartían trinchera y su piel siempre le devolvía su piel.

Una extraña sonrisa apareció en el rostro de la durmiente. No era un gesto de enamorada, ni de satisfacción ni de felicidad. Ningún asomo de cariño. Ni siquiera de desasosiego. Era un guiño de asco, de náusea, desconocido en ella, aparente paradigma de la dulzura y la bondad. El rictus de repugnancia se convirtió en mueca de perversidad.

¿Quién cree hoy día en los cuentos?– pensó. Así que, sin más, le clavó la estaca entre los pechos y se fue a mirar trenes, a cantar saetas y a merendar otros sueños.

jueves, 7 de junio de 2007

Lágrimas en la lluvia


"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais.
Atacar naves en llamas en el cielo de Orión.
Brillar Rayos C en la oscuridad, cerca de la Puerta de Tannhäuser.
Todos esos instantes se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia.
Es hora de morir"

[Este mes se cumplen 25 años de uno de los más grandes acontecimientos cinematográficos de todos los tiempos: el estreno de Blade Runner]

Hay días en los que querría ser un Nexus 6 para, al caducar, soltar un discurso semejante. Siempre me quedará la duda de si lo soy o no, al menos hasta que alguien me someta a la prueba Voight-Kampff.

lunes, 4 de junio de 2007

Disfraces

“Cuando June caminó hacia mí desde la oscuridad del jardín hacia la zona iluminada por la puerta abierta, vi por vez primera la mujer más bella de la tierra”

Diario de Anaïs Nin. 30 de diciembre de 1931.

La mujer que quería ser June Mansfield se miró al espejo, se pintó los ojos de color verde y marcó las cejas con un lápiz. Después se cubrió el rostro de polvos de arroz. Su palidez, antes febril, alcanzó cotas de ectoplasma; el blanco de la piel ya no rivalizó más con el vestido de tafetán con pasamanería y flores, sino que lo condenó, por fin, a la oscuridad en la que se sumen los objetos unidos a la fosforescencia. Cuando se colocó el velo, la transparencia se marchitó. Apagó la luz y salió del cuarto de baño, en busca de su Anaïs Nin, que yacía desnuda sobre la cama de la habitación 227. La mujer que quería ser June Mansfield se acercó y la besó prolongadamente.

- Ya estoy lista. ¿Vienes?

- No. Prefiero tus mentiras.

 
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