jueves, 29 de mayo de 2008

Tercera teoría de la relatividad

Eustace

“Amo a Eustace a pesar de que me lleva cuarenta años, es totalmente mudo y no tiene dientes. No me importa que sea completamente calvo, excepto entre los dedos de los pies, que camine jorobado y a veces se caiga en la calle. Cuando él cree necesario emitir un corto y agudo sonido silbante, morder el sofá, o dormir en el jardín, acepto todo eso como algo bastante normal. Porque lo amo.

Amo a Eustace porque es el único hombre a quien no le importa que yo tenga tres piernas”.

Tanith Lee, The Ninth Pan book of horror

domingo, 25 de mayo de 2008

Lula


¿qué arde en tu vientre?
¿qué arde en tu vientre?
¿qué arde en tu vientre?
si esa semilla no es suya
Xavi Martín

Lula probaba a los hombres como probaba la temperatura del baño, con el dedo gordo del pie. En sus madrigueras metía primero un dedo y, si no encontraba mandíbulas y sí un aliento cálido, introducía uno más, y así hasta que les entregaba su vida.

Antes no lo hacía así.

Y había acabado cantando y bailando desnuda frente a pupilas dilatadas y priapismos crónicos. Se secaba los ojos luego en casa, se quitaba el pintalabios rojo y el polvo reseco de las mejillas, buscando ese aliento cálido en los pies, pero sólo encontraba lametones lascivos entre los dedos, que ya eran pura piel desgarrada. Y flecos de sangre.

Y desayunaba whisky con galletas para vacunarse contra el miedo. Para no acordarse de nada, de los gritos que se le metían en la cabeza como bichos carnívoros, de la lija de unos dedos que la herían en cada caricia, de la basura de las bocas.

Y alternaba por los bares con vestidos transparentes para encontrar a alguien que no oliera a veneno, que bebiera y hablara con ella, que la sedujera sin tacto.

Para dejar de seguir despertando a medianoche, buscando ese aliento cálido en los pies al probar la temperatura del baño.

miércoles, 21 de mayo de 2008

Juguetes

“de sobte veus que no hi ha res que t’ompli plenament. i no és perquè “plenament” no afegeix gens de sentit a “omple”, és perquè veus que efectivament som morts de vacances, que el temps que passam vius és microscòpic en comparació amb el temps que passarem morts. la nostra activitat natural és la mort i hem vengut de vacances a la vida. uns a Mallorca, els que hem tengut sort, hotels, souvenirs i velomars. però que en definitiva l’escala de temps és tan ridícula que no ens ve de trenta o quaranta anys, o pensant-ho bé, no ens ve d’haver nascut

de sobte veus que t’has muntat la jugueta amb peces de tente, yo-yos russell i cotxes de scalextric, que res quadra i que ho has aferrat tot amb super glue i que és una xapuça i que es dissol perquè viure gasta i ja ho dus tot cremat

tornes a començar amb discos de dire straits, licor 43 amb cocacola i preservatius, però ja no aferra tan fàcilment i res té forma i abandones

seguixes amb un pis d’estudiants, la dona de la teva vida i ja després un bebè, i quan se’t munta tot molt abans d’entendre què significa, quedes penjat a l’aire i penses que la vida no és l’estat natural de les persones, que som uns morts aficionats que hem vengut a la vida de vacances però que fins que no tornem a ser morts no tornarem a tenir res solucionat, som guiris al país de la vida, som uns domingueros”

Joan Miquel Oliver, El misteri de l’amor (fragmento)


P.S. ya sabéis: en el primer comentario, la traducción al castellano

domingo, 18 de mayo de 2008

Fundido

Se cruzaron muchas veces. Ella bajaba el paseo de Gràcia; él lo subía. Ella siempre caminaba con andares despreocupados, fijándose en los escaparates, pensando en lo que quedaba por venir; él se sacudía la americana, comprobaba que la cartera siguiera en su lugar, calculaba el tiempo de los semáforos. Y la buscaba entre todos, la miraba y seguía su camino. Se dio cuenta de que estaba enamorado cuando, la 129ª vez que la veía, por primera vez se cruzaron sus ojos. Se quedó estático, alucinado, conmocionado, y la bolsa de la FNAC que llevaba se le cayó al suelo. Ella no se paró a ayudarle; sólo se le escapó una sonrisa y se ajustó el escote. Él, avergonzado, mientras recogía los libros del suelo, habría querido desaparecer, estar en medio de un fade-out.

Y las casualidades de la vida hicieron que su deseo se cumpliera. No fue de forma inmediata, en unos segundos, sino que duró unos días. A la mañana siguiente, su silueta se había comenzado a difuminar y el aire que lo rodeaba había adquirido unos tonos más oscuros. A las 48 horas, esa oscuridad progresiva se le había pegado a la piel. De hecho, en su oficina se comenzó a rumorear que tomaba rayos UVA, porque el abril de este año no había traído todavía rayos de sol. Tres días después, incluso la ropa parecía más oscura, como de color café.

Cuando había pasado una semana, sólo quedaba de él un rectángulo de color negro en el que empezaron a mostrarse unos títulos de crédito. Comenzaron con una frase de dedicatoria, esa misma mañana, mientras subía el paseo de Gràcia.

miércoles, 14 de mayo de 2008

Identificación

Hasta el momento actual, la producción del escritor mediocre se limitaba a las piezas que siguen:

a) una novela, La conspiración de la última cena, de escaso éxito, a pesar de ser calificada por la crítica de “el nuevo Dan Brown”, “un enigma histórico fascinante” y “una aventura repleta de leyendas y mitos” (Formentera, 2002).

b) las traducciones de las novelas de Walter Banville Eclipse 451 (2002), El secreto de Linda (2004) y El otro nombre de Lara (2007).

c) 27 relatos policíacos recopilados bajo el título La conspiración Langley, ambientados en la sede central de la CIA (Ibiza, 2003-2005).

d) un estudio crítico sobre la obra de Leonardo Sciascia, inédito (Palermo, 1995).

e) un poemario titulado La habitación de Harold Bloom, inédito (Dublín, 1998).

f) veinte sonetos de amor, inéditos.

En la presente relación no se halla incluida su obra inacabada: una novela de misterio narrada desde el punto de vista del criminal, para lo que está desarrollando una labor de completa identificación con el protagonista. Durante dos meses se ha convertido en asesino gremial múltiple y ha violado y degollado a quince editores y agentes literarios de entre 32 y 58 años. “He conseguido crear a partir del terror real. Al principio llegué a considerar mi propósito ciertamente descabellado, pero ahora, observando el resultado final, puedo decir que ha merecido la pena”, confesó mientras abría la garganta de la editora que le dio la última negativa.

domingo, 11 de mayo de 2008

Efecto placebo

La filósofa se refugió en los brazos de otro y dejó a Platón en la estantería. No se aferró después a la idea de culpa, sino que se convenció de que la vida amorosa familiar no era para ella, y de que haber caído seducida por la seguridad la había vuelto lánguida, melancólica y desganada. Ahora, antes del orgasmo, en la cama de su amante, no quería dejar de hacerlo nunca. La ilicitud lo volvía todo lenguas. Se sentía en regla con sus sentidos. Volvía a notar que tenía piel. Le gustaba esclavizar y sentirse esclava.

El matemático se refugió en sus brazos después de dejar a Kepler en la pila de las novelas y quedándose sólo con su epitafio, midiendo los cielos y las sombras, viendo brillar al espíritu y dejando descansar el cuerpo en la tierra. Ahora, antes del orgasmo, en la cama con su amante, no quería dejar de hacerlo nunca. Aspiraba a enamorarla hablándole de lógica y de Descartes. Se quedaba en sus ojos como en la llama de una vela.

Después del orgasmo, la filósofa dejó la cama de su amante y rescató a Platón de la estantería. Le habló al aire, cubierta de lágrimas, recordando el placer de la culpa y de dormir mal.

Después del orgasmo, el matemático volvió a Kepler, se puso las gafas y dedicó el resto del día a estimular el uso de los logaritmos.

jueves, 8 de mayo de 2008

Multinacionales


"Y aunque el narrador tenía la muy cuestionada costumbre de residir en París, se hizo presente desde Barcelona, lo cual lo halagó muchísimo porque esa especie de don de ubicuidad hubiera debido bastar como explicación de muchas cosas más bien insólitas que estaban sucediendo.
A Moravia lo habían amenazado con matarlo; al narrador también, pero especificando que lo degollarían. Mientras se disponía a enterarse del último llamado telefónico de Fantomas, pensó con un vago horror en esa especificación, pensó en el pasado y el presente de su país, en el retorno de un estado de cosas en el que las peores torturas parecían moneda corriente"

Julio Cortázar, Fantomas contra los vampiros multinacionales (fragmento)

sábado, 3 de mayo de 2008

Epidermis

Dicen que la artista tiró el último lienzo por la ventana y se pasó a la piel porque no encontró tela provista de la belleza que necesitaban sus pinturas. Dotaba a los cuadros de una parafernalia luminosa que recordaba a la luz de Manhattan reflejada en el East River, y de un hálito glacial que una vez hizo estallar por dentro a uno que los miraba a escondidas. En la piel, su propia piel, descubrió un hábitat como un césped mojado, donde todo lo que dibujaba cobraba vida y leía libros y fumaba cigarrillos con boquilla y tomaba café con cucharilla. Como la mujer morena de su brazo derecho (Carmen, se llamaba), que retenía en sus ojos todas las miradas ajenas y le chivaba a la artista quién iba a ser su próximo amante. O el diamante de sus omoplatos, en el que, cuentan, se podía ver el futuro. Y, normalmente, hacía reír.

Llegó un momento en que la artista sólo tenía que soñar para que se marcaran en su piel rosas, la diosa Diana, frascos de perfume con olor, vírgenes descaradas, loros que jugaban con su pelo y sangre saliendo de la nariz.

A su última exposición fueron 5.000 personas. Ella yacía desnuda en mitad de una sala de paredes blancas, y danzaba al ritmo de música de Leonard Cohen, descubriendo Washington, y una madre y un hijo, y ninfas durmientes. Creo que fue con Winter Lady cuando dos que pasaban se enamoraron de ella, deseando que el próximo sueño fuera suyo.

Pero ella está pensando en mudarse de piel y dejar de soñar. Ahora quiere aparecer en otros sueños y fumar cigarrillos con boquilla en las epidermis ajenas. Y tomar café con cucharilla. Y, por qué no, jugar a predecir el futuro.

P.S. La autora del fantástico dibujo es Carolina Calle Sandoval

 
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