lunes, 30 de abril de 2007

Credibilidad


Le miré, perdida en el asombro. Su cara reflejaba un gesto que no conocía, media sonrisa de suficiencia, aletas de la nariz dilatadas, sobre los ojos siempre serenos se proyectaba una sombra de locura. Me duele hacerte esto, dijo agarrándome el brazo con una mano que ahora me pareció monstruosa, muy diferente de aquella que antes me había acariciado, desnudado y masturbado con tanta pasión, pero no tengo más remedio. Y me dejó caer. Expulsó una carcajada y abandonó mi cuerpo con un desdén que me pareció hilarante. Me hundí en las nubes. Mientras veía cómo las luces de la ciudad se acercaban y el viento empezaba a no dejarme respirar, inicié la acostumbrada rutina de reproches.

Pero ahora era diferente. Estaba decidida.

Era la última vez que salía con un supervillano.


domingo, 29 de abril de 2007

5 formas de despertarse el domingo (IV)


Lo irónica que es a veces la vida, dijo el inspector mientras apuraba los posos del café, siempre demasiado amargo. ¿No hay rosquillas hoy? Las luces intermitentes de las ambulancias y de los coches de policía se reflejaban en las caras de los centenares de transeúntes que, curiosos, se arremolinaban en torno a la grotesca escena. Sólo se podía ver un brazo aferrado a unas bolsas de plástico, pero, sin duda, era el cuerpo de una mujer lo que yacía aplastado en la acera. Encima de ella, ocultando la masa sanguinolenta e inerte, el cartel de unos grandes almacenenes que, minutos antes, se había desprendido de la fachada: siete enormes letras de color verde pregonaban el inicio de la temporada de rebajas.

jueves, 26 de abril de 2007

26 de abril


"La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz"
Thomas Mann


La sangre seca no le dejaba ver, pero estaba viva. A lo lejos, una sirena y mil lloros, un estruendo que, después del sonido de las bombas y las ametralladoras, sonaba a fondo marino. Todo ardía. No le dio tiempo a llegar al refugio, y eso que, cuando pasó de lo de Durango, se lo dijeron, estáte atenta a la campana, no mires arriba y corre. Empezó cuando estaba en el mercado y a su madre le cambió la cara y se le puso el amarillo de la muerte y los vecinos salieron despavoridos y el ruido de avión enmudeció la iglesia y los gritos comenzaron a salir de las tripas y no de la garganta y el cura les chilló venga venga y se nublaron los párpados. Ahora el cielo era humo negro. Se pasó la mano derecha por la cara y cambió la sangre por la ceniza. Susurró dónde estás.

domingo, 22 de abril de 2007

Optimismo

"Doctrina o creencia que sostiene que todo es hermoso, incluyendo lo que es feo, que todo es bueno, especialmente lo malo, y que es correcto lo que no lo es. Es defendida con gran tenacidad por aquellos más que acostumbrados a vivir en la adversidad, y que encuentran muy aceptable exponerla con una mueca que simula una sonrisa. Al ser una fe ciega, es inmune a la luz de la refutación. Dada su naturaleza intelectual, no existe otra cura que la muerte. Es hereditaria, pero afortunadamente no contagiosa".

Ambrose Bierce. Diccionario del diablo


Ariadna, querida, gracias, pero no necesitaré ese ovillo de lana. Tengo un gran sentido de la orientación.

sábado, 21 de abril de 2007

Biología de la infidelidad femenina

Segundo capítulo del cerebro femenino.

“Jan Havlicek, de la Universidad Carlos (de Praga) ha utilizado el olor corporal de los hombres y la nariz de las mujeres para desarrollar una polémica teoría acerca de las feromonas y el cerebro femenino. Encontró que las mujeres ovulantes que ya tiene pareja preferían el olor de otros hombres más dominantes; en cambio, las mujeres sin pareja no mostraban esa preferencia […] Una vez asegurado el hogar, sienten la necesidad biológica de mariposear con hombres que tengan los mejores genes. […] El mito de la fidelidad femenina recibe otro golpe con el sucio secretito que muestran los estudios genéticos humanos: el 10% de los presuntos padres investigados por los cientificos no tienen relación genética con los vástagos que esos hombres están seguros de haber engendrado.

>> Otro estudio encontró que las mujeres que tienen amantes paralelos empiezan a fingir el orgasmo más a menudo con sus parejas estables. Fingir el orgasmo más a menudo con las parejas fijas era más común incluso entre mujeres que sostenían limitarse a flirtear con otros. […] Las mujeres no están más hechas que los hombres para la monogamia. Están diseñadas para mantener sus opciones abiertas y fingen orgasmos con el propósito de apartar la atención de la pareja de sus infidelidades”.

miércoles, 18 de abril de 2007

Resumiendo


Le miré la boca, perdida en el asombro. Se relamió. El sabor a sudor de después del sexo es agrio y dulce a la vez, me soltó, como si fuera una de aquellas frases geniales que se recuerdan toda la vida y se declaman en las cenas, pero a mí me sonó a fuegos artificiales de verbena pobre. Estaba desnuda con un desconocido que le filosofaba a un cigarrillo y fumaba humo revuelto con palabras insípidas. Siguió lloviendo estupidez durante horas, le cubría los labios con besos, me tapaba los pechos con el brazo, jugaba con mi ombligo. Las mujeres dejáis el paladar amargo, y lo imaginó poesía. Me cantó al oído y me sonaron las tripas.
Te quiero, me dijo. Busqué la ropa, el reloj, los números rojos decían las 03.27, ese tequiero se me mezcló con la prisa y me fui, 736 noches después.

viernes, 13 de abril de 2007

Por qué las mujeres van juntas al baño


Sí, de nuevo no he podido resistirme; aquí me tenéis, otra vez, compartiendo mis lecturas más polémicas. En este caso, “El cerebro femenino”, de Louann Brizendine, libro en el que esperaba encontrar respuesta a algunos de los interrogantes que me llevan atormentando desde mi más temprana infancia. No ha sido así: el sexo contrario, opuesto, bello, débil (el adjetivo varía en función de las hormonas) seguirá siendo siempre un misterio. Es un alivio.

“¿Por qué nace una niña con un aparato tan delicadamente sintonizado para leer rostros, percibir tonos emocionales en las voces y responder a indicios tácitos en los demás? Piénsalo. Una máquina así está construida para relacionarse. Ése es el principal quehacer del cerebro femenino y es lo que le impulsa a hacer a una mujer desde el nacimiento. [...] Si eres una mujer, has sido programada para garantizar que mantienes la armonía social”
“Los años de adolescencia son una época turbulenta. Está obsesionada con su aspecto. Durante la pubertad, toda la razón de ser biológica de una muchacha es sentirse sexualmente deseable. [...] Están interesadas, casi exclusivamente, en su aspecto y, sobre todo, en averiguar si los chicos que pueblan sus mundos reales y fantásticos las encuentran atractivas”
“¿Por qué van juntas las chicas al baño? [...] Los circuitos de relación social y verbal son, por naturaleza, más vigorosos en el cerebro típico femenino que en el masculino. [...] No es de sorprender, pues, que algunas áreas verbales del cerebro sean mayores en las mujeres que en los hombres ni que éstas, en general, hablen mucho más que ellos. Las cifras cambian pero, como promedio, las muchachas pronuncian dos o tres veces más palabras al día que los chicos”.
“Al establecer contacto por medio de la charla se activan los centros del placer en un cerebro femenino. Todavía se activan más estos centros al compartir secretos que tengan implicaciones románticas y sexuales. Este placer es enorme, es un grandioso flujo de dopamina y oxitocina que constituye el mayor y más voluminoso deleite neurológico que se puede obtener, aparte de un orgasmo”.

Como aperitivo no está mal. Aquí lo dejo para el (posible) debate. :-P
Para más adelante, la biología de la infidelidad femenina y los cambios de humor que tanta gracia hacen (sólo bajo petición).

jueves, 12 de abril de 2007

Venganza (Clásico revisitado número 1)

El día amaneció llorando a gritos. Yo le dije que no podía acompañarlo, pero el tipo insistió, sacó un revólver y me lo puso en la mejilla, sí, como en las películas, que a mí me venían a la cabeza escenas de Scorsese, de Walsh, de Huston, de Kitano, que tiene gracia, porque dicen que la vida pasa por delante de tus ojos, pero en mi caso pasó el cine, y no es que haya vivido a través de las películas, pero en mi caso pasó el cine. Claro que le acompañé, qué iba a hacer, con una pistola en la cara, levanté las manos y por poco me meo en los pantalones, y así fui delante de él por el pasillo hasta la habitación de la vieja. Allí estaba, como siempre, apoltronada en la cama, con la máscara de oxígeno, la manta de lana y el gato haciendo sombra, que es lo único que hace en todo el día el animal. Olía a podrido, como si se hubiera abierto una alcantarilla, que me subió una náusea y todo. La vieja nos miró como si ya se lo esperara, o bien estaba nocaut, quién sabe, y con la cabeza señaló el espejo, uno de esos grandes con marcos de madera. La vieja se pasaba horas mirándolo, hablaba con él y le hacía preguntas extrañas sobre lo guapa que era, que de guapa no tenía nada, era pura pasa. Y luego todo pasó muy rápido, que dejé de notar el frío del cañón y ya se estaban oyendo disparos. A mí me salió caer de rodillas y cerrar los ojos, no pude hacer otra cosa, era la única forma de escapar de todo eso, que pensaba que el tipo estaba tirando contra mí, que no fue así, porque cuando aquello se calmó me levanté y allí estaba la vieja muerta y el gato aplastado contra la pared. El espejo, roto, claro, hecho añicos. Una carnicería, vamos. Y del tipo aquel, ni rastro, que seguro que echó a correr como espíritu de Satanás.

- ¿Podría describirlo?

Pues no se lo va a creer, pero yo diría que su piel tenía un tono azulado, como de noche americana.

miércoles, 4 de abril de 2007

Pereza


Pegarse un tiro se le hacía una montaña. Había leído las obras completas de Zweig, Maupassant, Woolf, Bierce, Celan, Quiroga y Plath, unos cuantos artículos de Larra y In Country Sleep, de Dylan Thomas. Incluso se había atrevido con algunos poemas de José Agustín, no sin antes devorar con fruición varias novelitas de Jack London y dos de tres de Ferrater. A pesar de que no le provocaban entusiasmo, pudo terminar La condesa sangrienta de Alejandra Pizarnik, y dos volúmenes de la tetralogía Hōjō no Umi, de Mishima. Sin embargo, no pasó de las primeras páginas de Das Kunstwerk im Zeitalter seiner technischen Reproduzierbarkeit –el alemán nunca fue su fuerte– y de A gyertyák csonkig égnek. Estos esfuerzos no lograban encender la chispa suicida. Estaba tumbado en el sofá, en calzoncillos, con el mando a distancia entre las piernas, una cerveza tibia en una mano, la pistola en la otra. Un anuncio de coleccionables, de un coche, de coleccionables, de coleccionables, de un perfume, de coleccionables. Quizás más tarde.


domingo, 1 de abril de 2007

5 formas de despertarse el domingo (III)


En algún momento, las aspas del molinillo comenzaron a girar y a hacer un ruido mecánico que le invadió el sueño. En los párpados se filtró una luz naranja. Abrió los ojos y las pupilas se le contrajeron con dolor, obligando a las pestañas a tamizar la fosforescencia de la escena. En la boca sintió la textura de la arena y escupió de forma torpe, por lo que la saliva –áspera, espesa– se resbaló barbilla abajo. Con la parsimonia de un recién nacido, fue construyendo la perspectiva de lo que antes se había aparecido bidimensional y puso formas y colores a los sonidos, y descubrió el verde del mar, el rubio de las dunas y el tostado de la playa mojada. Cuando quiso moverse, notó las piernas y los brazos agarrotados, como sumidos en el sueño más profundo, no estaban muertos, la muerte no es así, ese hormigueo denota que todavía corre la sangre por el cuerpo; la muerte se siente como un humo en las arterias y la saluda al alma encendiendo encendiendo un fósforo en la garganta. La muerte se reconoce, y no por las luces al final de los túneles, sino porque te haces pedazos y ya dan igual las cartas de amor o las llamadas telefónicas a las cuatro de la mañana diciendo tequiero. Tenía las piernas y los brazos paralizados, pero podía mover el dedo índice de la mano izquierda. Fue lo que le reveló la terrible verdad: palpó la textura áspera de la playa y se percató de que todo su cuerpo estaba hundido y era prisionero de una cárcel de arena. Con un estallido de rabia, y ahogando un llanto, utilizó todas sus fuerzas para liberarse, pero fue inútil. Sólo conseguía perturbar la armonía amarilla de la arena a su alrededor cuando engullía la nada reseca y la nuez se le movía arriba y abajo. Oyó gritar, un grito ronco que acababa en gemido. Era su propio lamento rebotando en las paredes del cráneo, incapaz de salir de su cuerpo.

 
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