domingo, 14 de enero de 2007

Prefacio


"Cuando el sol asoma sobre las lomas, la hora celeste llega a su fin. La niebla se ha disuelto, las beatas están sumidas en éxtasis, los noctámbulos duermen, los canillitas han repartido los diarios, los obreros trepan a los andamios. La luz desvanece el mundo mágico del alba. Los gallinazos sin plumas han regresado a su nido".
Julio Ramón Ribeyro.


Amanece...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero por encima de todo eso se eleva el sol, y se derrama sobre las visiones como pintura blanca. Ese sol baña los caminos llena las grietas y las sombras, destruye la perspectiva y las texturas... Arde, parpadea, chisporrotea; la línea del horizonte es como un daguerrotipo en llamas, sobreexpuesto y con los bordes despegados. Derrite el cielo, el espeso aire, su aliento, su garganta y su sangre...

Fernando García-Lima dijo...

El oxígeno parece tornarse ácido, la piel de la tierra se quiebra con un estallido de sed, y sobre las lomas comienza a formarse una neblina espesa y jadeante como la tela de una viuda negra. Gotea veneno. El sol observa con semblante irónico la actividad de los hombres, que abren la boca herida por el desierto de luz, y descuartiza sus pupilas con indiferencia aristocrática.

Fernando García-Lima dijo...

Va, sigamos. Puede ser el inicio de algo.

Anónimo dijo...

Ufff, ojalá me hubieras dicho eso en otras circunstancias (jejeje)

RP.

Leuma dijo...

Bueno, pues he llegado hasta aquí para comprender tu post actual, ese año y ese sigue amaneciendo, y ahora ya está claro,:), un beso

 
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