domingo, 28 de enero de 2007

Perfeccionismo


Después de suicidarse, compró el periódico en el quiosco más cercano, se sentó en una terraza y pidió un café. Siempre le habían gustado las mañanas de domingo. A su lado conversaba con la mirada una pareja de octogenarios al sol y una joven disfrutaba de los últimos sorbos de un chocolate (siempre demasiado espeso). Apartó una taza medio vacía, con la huella del líquido todavía caliente, los pedazos de un sobre de azúcar y una cucharilla boca abajo, y colocó el periódico sobre la mesa. Lo abrió por la sección de sucesos, página 42, y con un bolígrafo rojo se puso a corregir los errores de la crónica que relataba su muerte.

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