domingo, 21 de enero de 2007

Mediocridad

El octavo pecado capital frunció el ceño. No entraba en sus planes quedarse fuera. Incluso la pereza, descartada en los pronósticos, lo había derrotado. Era pronto para realizar las funestas cábalas de una más que probable desaparición, pero el panorama no invitaba a ser optimisma. Frente a él, la lujuria y la envidia, triunfadoras, se fundían en un abrazo que la gula empapaba divertida con espuma de cava, mientras la avaricia y la soberbia seguían contemplando el premio con ojos libidinosos. La ira, que lo sostenía entre las manos, había olvidado incluso su razón de ser y reía eufóricamente. El octavo pecado capital decidió no continuar atormentándose con el espectáculo y huyó de las miradas acusadoras que, segundos después, ya cuestionaban su existencia. Sabía, en efecto, que si renunciaba al suicidio le esperaba un destino de eterna mediocridad.

11 comentarios:

Eva dijo...

Mmmm, ¿y no nos vas a desvelar qué pecado es...? Jo, eres malo, malo, malo...

:-P

Eva dijo...

Porque si es realmente la mediocridad, le quitas toda la gracia al cuento...no?

Fernando García-Lima dijo...

Bueno, aquí que cada uno saque sus conclusiones, ¿no crees? Sí que parece un pecado capital muy mediocre, pero me parece que nos vamos a quedar con las ganas de saber cuál era. :-)

Anónimo dijo...

Mmmm, la ignorancia.

Fernando García-Lima dijo...

Pues a mí la ignorancia me inspira bastante indulgencia, no sé qué opináis. Considero más pecado capital el desinterés o la falta de curiosidad.

Anónimo dijo...

Yo estoy de acuerdo con la expresión: "La ignorancia no quita pecado". En derecho, por ejemplo, se dice que el desconocimiento de una ley no exime de su cumplimiento. De todos modos, podría ser ignorancia por falta de interés o curiosidad.
Considero la ignorancia candidata a pecado capital.:)

Fernando García-Lima dijo...

Ok, lo aceptamos como candidato, aunque ¿qué entendemos por ignorancia? Recuerdo una entrevista con Saramago, cuando publicó su última gran novela ("La caverna"): en ella comentaba que el hombre más sabio que había conocido, su abuelo materno, no sabía ni leer ni escribir. Era pastor. Aunque analfabeto, no le faltaban ni motivación ni curiosidad ni ganas de aprender. Como siempre, los conceptos son muy relativos.

Anónimo dijo...

Me parece que para obtener conocimiento (evitar ser ignorante) no es necesario saber escribir y leer.
Yo no afirmaba que toda la ignorancia pecaminosa sea fruto del desinterés o la motivación. Y, en cualquier caso, quién te dice que el amigo de Saramago no fuera un "sabio-ignorante"? De esos hay muchos.

Ejem... y sabios pecadores también los hay ;)

Fernando García-Lima dijo...

Desde luego que los hay. Y son los que mejor pecan.

Anónimo dijo...

"La apatía es la solución, es decir, resulta más fácil abandonarse a las drogas que enfrentarse a la vida, robar lo que uno quiere que ganárselo, pegar a un niño que enseñarlo. Por otra parte el amor requiere esfuerzo, trabajo".
Morgan Freeman (Seven)

http://www.pensament.com/filoxarxa/filoxarxa/apatheia.htm

Fernando García-Lima dijo...

Voilà! La apatía podría ser tanto el octavo como el noveno y el décimo octavos capitales. Además, qué paradoja, la apatía puede incapacitarnos para pecar.

 
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