Agua (V)
Lo peor de todo es que, cuando te recuerdo, te recuerdo llorando. Llorabas y humedecías las tostadas del desayuno y ponías sal al café. Llorabas y salpicabas al gato, y se sacudía y luego corría. Llorabas y te empapabas la ropa y me empapabas la ropa. Llorabas y un día arruinaste unas flores de pura tristeza.
Cuando llorabas, yo te recogía las lágrimas con los pulgares como queriendo dejar de ser tan hijo de puta. Y, a la vez, me hacía un nudo en el esófago, o bien tiraba de la lengua para atrás, como tragándomela, y tragaba y tragaba hasta que las lágrimas acababan confundidas con los ácidos del estómago.
Y tú seguías llorando.
Parecía como si tuvieras dentro un mar pequeñito, como si no fueras nada más que agua. Estaba seguro de que por las noches, mientras yo dormía, tú subías al tejado y recogías agua de lluvia, que el agua de lluvia te tocaba y se te fundía en el pecho. Y entonces respirabas. Seguro que también te ibas a nadar a la playa y recorrías cientos de veces el camino hasta las islas, y luego volvías a la cama y respirabas, repleta otra vez del agua que habías perdido.
Nunca te lo dije, pero un día te lo noté, porque tenía sed y me la quitaste. No hiciste más que mirarme y ya no tenía sed.
Y no llorabas.
Pero cuando te recuerdo, te recuerdo llorando.
11 comentarios:
... es verdad, hay un mar dentro, casi siempre en pleamar, que revienta en los ojos.
Abrazo.-
ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo
Y yo recordé a Oliverio Girondo y mi vida hace un año.
Qué bello.
Preciosa entrada. Foto increíble. El conjunto, portentoso.
Cuánto tiempo sin pasar! Como siempre sabes llegar, llegar incluso al agua. Un saludo
jo, que triste, no?.
Que el recuerdo de alguien sea ese. No me gustaría recordar a nadie así.
No.
Besos.
¿Sabes? Creo que la verdadera fuente de sus lágrimas se encontraba en su armario, donde tenía guardados dos cocodrilos.
Muak
Ojalá que la lluvia te moje por dentro
hasta dejarte húmedo el verbo amar.
ojalá que llorar no nublara la vista
y sólo fuera un reclamo
a la ironía.
Un placer
:)
No quiero saber el tamaño del mar que tengo adentro.
Un abrazo, Fernando.
José Roberto Coppola
Me encanta la fotografía que has seleccionado.
Que conste, que llorar es bueno para purificar los ojos... y el alma.
Un saludo
Preciosa pareja, el texto de la llorona y la maravillosa imagen.
Le dejo besos y esteregalito.
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