Metaficción vampírica
Para esa pareja de sardos...
Me encontraba en una isla perdida con un novio agobiado por la metaficción vampírica. Era ésta una situación de la que difícilmente iba a salir bien parada.
De hecho, mi intención primera ante este hostil panorama fue escabullirme. Me subí a una de las lomas que parecían más altas y, colocándome la mano derecha extendida sobre las cejas, inspeccioné la zona. Nada me sorprendió, ya que el paisaje era el mismo, idéntico, del de cualquier isla perdida: agua rodeando la tierra, arena de playa, algas marinas, palmeras, riachuelos, algún animal salvaje, lo que parecía ser una tribu de aborígenes cocinando y tramando planes funestos contra los náufragos recién llegados, etc. Y, tumbado cerca de la orilla, mi novio, agobiado por la metaficción vampírica.
Al bajar de la colina, ante mí se apareció un hombre que dijo llamarse Viernes y suspiré. Lo siguiente fueron unos piratas que, probablemente, estaban desenterrando un tesoro (la gran X bajo sus pies era una pista bastante explícita). Pasé por su lado con cara de agotamiento y apenas se fijaron en mí, absortos como estaban ante la presumible aparición de riquezas de las profundidades de la tierra. Lo siguiente acabó de colmar mi paciencia. Ante mis ojos, un inconfundible náufrago le hablaba a una pelota de voleibol mientras decidía a qué placer entregarse primero: si a la lectura de su único libro, al deleite de su único disco o al consumo de su única película.
Cuando llegué junto a mi novio, que seguía agobiado por la metaficción vampírica, le arrebaté todos sus libros y se los envié por botella certificada al aprendiz de cuentista que se ha inventado esta isla de serie B. Espero que con su lectura aprenda a escribir, se olvide de descripciones tópicas y mi novio vuelva a una realidad más real.
6 comentarios:
La protagonista de mi última entrada (chick-lit) también esta harta de su novio :P
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Al mejor estilo Niebla, de Unamuno, sí señor...
Te ha faltado decir que todo fue retransmitido por una importante cadena televisiva en manos de un italiano indescifrable.
Me gusta la intención, y, cómo no, también las descripciones.
Saludos, vecino.
Con todo mis respetos, que le llegue una de esas botellas a Vargas Llosa (he intentado leer conversaciones en la catedral y es infumable) y otra para Reverte. Lo siento, hoy estoy crítico, hay tanto vampiro por ahí suelto...
Un saludo.
Es que los novios nunca están en la realidad real ni siquiera en la ficción. Las mujeres, tampoco; pero sabemos disimular con nuestra parte práctica y compensatoria.
a mí me pasa lo mismo cuando me asomo al balcón!
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