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Hoy, como todos los domingos, me he levantado temprano y
he ido a comprar el periódico con el chándal encima del pijama. En realidad mi
pijama tiene pinta de chándal y mi chándal tiene pinta de pijama, pero no
podría soportar el qué dirán y, por si acaso, disfrazo mi nocturnidad de
deporte.
En fin, que he comprado el periódico y ya en casa, de
nuevo en pijama visible, me he percatado de que las páginas estaban llenas de
haches mayúsculas. Me he indignado inmediatamente, por supuesto. Me he vuelto a
poner el chándal y he bajado a cambiar el diario, a pesar de que el suplemento
–un especial de Moda muy sugerente– parecía de lectura entretenida. El
quiosquero no ha dicho nada ante mi desplante y se ha limitado a señalar el
resto de periódicos con indiferencia.
Los he mirado con tranquilidad, parándome en cada portada
y abriéndolos por la página 2, por la 28 y por la 34. Haches mayúsculas por
todas partes, en titulares, entradillas y cuerpos de la noticia, en pies de
foto y frases entrecomilladas, en forma de desafiantes capitulares y grotescas
negritas; haches mayúsculas en columnas, reportajes y artículos de opinión; en
Internacional, Nacional, Deportes e, incluso, en la programación televisiva.
Una gran hache mayúscula entre líneas.
Así que he acabado de hojear el último de los periódicos,
ése que nadie lee, y me he comprado la Cuore. Pensándolo bien, combina mucho
mejor con mi chándal.
3 comentarios:
si ya no queda nada por leer mejor es combinar, cierto?
buen micro.
Un abrazo.
La rebelión de las haches contra su eterno complejo de ninguneadas ha comenzado.
Que viva el cHándal.
Ja ja ja, nunca dejarás de sorprenderme.
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