domingo, 1 de mayo de 2011

Tsunami



Ayer no me apetecía hacer la cena y me acerqué al restaurante japonés de enfrente a encargar comida para llevar. Bueno, no es exactamente un restaurante japonés, sino de aquellos restaurantes de chinos que hacen sushi, sashimi y esas cosas, pero qué se le va a hacer: vivo en un barrio que no está de moda y es lo que hay.

Bajé con el pijama puesto debajo de los vaqueros. Este dato no tiene demasiada importancia para el desarrollo de la historia, pero así se pueden hacer una idea de la vagancia del contexto. Sin duchar, sin vestir, sin afeitar y sin ganas de hacer la cena: el caldo de cultivo idóneo para los restaurantes chino-japoneses de barrio.

Pues bien, ahí estaba yo a la puerta del restaurante, con el pijama debajo de los vaqueros, el abrigo azul marino –sobre el que vomité un día llegando de fiesta y que todavía no he llevado a la tintorería– , y las Panama Jack color melocotón para dar glamour a la escena. A pesar del patetismo palpable y la nefasta sinapsis que presentaba mi cerebro, me quedé paralizado ante el anuncio escrito con rotulador junto a la entrada.

Tenemos rollitos de tsunami

Ponía.

Esto lo tengo que probar yo, pensé inmediatamente.

Y además de los makis de spicy tuna, el yaki soba de rigor y el par de gyozas, ahí estaban: dos rollitos de tsunami que, diez minutos después, ya me disponía a comer casi con ansiedad sonora. Llegué a casa, me quité los vaqueros, puse el Depor-Atleti y caí en el sofá, todo a la vez. Abrí la bolsa y allí estaban los rollitos. Si te fijabas bien, lo cierto es que podías ver cómo algo se movía ahí adentro, palpitante, pero no me dio miedo y me metí uno entero en la boca.

Lo demás ya es previsible porque ha salido en prensa. Después de evacuar la zona, en urgencias me dijeron que cómo se me ocurre, con lo que tiene uno oído sobre el tema.

Y ahora aquí me tienen en observación, porque se ve que hay riesgo de fusión del núcleo. O algo así, vamos.


5 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Y¿ganó el depor?

ixilik dijo...

Soy de los que disfruta de bajar los domingos a por el pan, con harapos de intimidad casera, camuflados debajo de algo que resista una mirada rápida, o lejana, sin intención de criticar.
Es como una escaramuza a la trinchera del enemigo, para volver sin ser visto
Y desayunar con pan fresco , heróicamente conseguido, sin arreglarse.
En mi calle no hay chino, hay un paquistaní. ¿Es tóxico Laden?

Salomé dijo...

Jajajajajaja.

¡Eres un canalla!

Cris dijo...

jaaaaaaaaaaaaaaaaaajajjaja, me ha encantado el detalle de las Panama melocotón... Por lo demás... qué mal rollo... :S

(Besitos)

Hope dijo...

Jajajajajaja!!
me hiciste reír de lo bueno!

Bien planteado, aunque el final no queda muy claro. Entendible, pero no claro.

Me encantó :B

 
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