domingo, 22 de mayo de 2011

Elecciones (IV)


Los colegios electorales abrieron puntuales. Así como otros años se había formado en la calle una cola de demócratas impacientes, esa vez nadie esperaba. Seguramente tenía que ver que en esas elecciones no eran las nueve, sino las ocho. Ante la monumental participación esperada se había decidido en alguna parte –donde se decidían este tipo de asuntos– que en estas elecciones tendríamos una hora más para votar y que así los jóvenes podrían ejercer su derecho a la vuelta de la juerga. De este modo no estarían influidos por la depresión de la resaca y podrían depositar la papeleta con la alegría del alcohol, el amor y las drogas; se suponía que esta circunstancia pondría por fin cara y ojos a la fiesta de la democracia.

Pero esa noche todo había terminado antes, quizás, porque nadie esperaba a las ocho de la mañana. Tampoco llegó nadie una hora más tarde, cuando es tiempo de desayuno y de misa, porque se había decidido en alguna parte –donde se decidían ese tipo de asuntos– suspender los cultos: una manera como otra cualquiera de evitar que a los sacerdotes se les ocurriera hacer campaña desde el púlpito. A las once, la hora de los políticos, llegaron unos cuantos curiosos, pero ninguno votó, distraídos por los focos y los micrófonos de los periodistas que acampaban a la puerta y que marcharon poco antes de mediodía, frustrados ante el panorama de soledad.

Por primera vez el telediario anunciaba un 99% de abstención a las tres de la tarde. El 1% era un señor de Murcia al que las estadísticas utilizaron para redondear a la baja. Los demócratas se alarmaron y acudieron en masa a votar: cientos de miles recogieron las neveras portátiles y el camping gas y colapsaron las entradas de las ciudades; otros tantos dejaron la cola del estadio de fútbol y corrieron hacia los colegios, donde ya había millones de electores intentando abrirse paso entre la multitud.

Al final cerraron los colegios y ninguno consiguió votar, quedando todo pendiente del recuento del voto del señor de Murcia.

Aún no se sabe qué votó, pero tenía pinta de derechas.


2 comentarios:

Cris dijo...

Eso pensaba yo que iba a pasar... qué cosas... ¿?

ixilik dijo...

Mira que venirse desde París a votar con Ninette.... Ya son ganas, las del señor de Murcia

 
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