domingo, 9 de agosto de 2009

Terrazas (V). Primera parte




Aún recuerdo perfectamente el día en que pedí la cuenta. Estaba ese camarero tan simpático, el de las gafas y las patillas, que se nos acercó y nos dijo “marchando” con aquella gracia que tienen los camareros del Bar Deportivo, que a todo tienen una sonrisa y a todo es “gracias, jefe” y cosas así. Ese día, sin embargo, puso cara de haber sido estrangulado y la piel se le acartonó. Se quedó lívido. Como soy persona deductiva y no me cuadraba que aquel estado de ansiedad tuviera la causa en una mesa que sólo había consumido un bitercás, una clara, un trina de manzana y unos cacahuetes, eché un vistazo y entendí el motivo de su desasosiego: ante él se extendía un bosque de brazos levantados que reclamaba tónicas, bravas, berberechos y dolorosas. Viéndole el gesto de agobio, se me activó ese maldito e incontrolable mecanismo de empatía que se ha convertido en la condenación de mi existencia.

Dije

Cuando puedas.

Y ahí empezó todo.

Agarré a mi mujer de la mano, consciente de lo que había hecho. Ella me dedicó una mirada de condescendencia primero, de impaciencia después y de odio a los pocos minutos. De hecho, sentí que vocalizaba para sus adentros la frase “eres imbécil”. Mi hijo, que hasta hace nada estaba entretenido con la miniatura del quindersorpresa, comenzó a abrir la boca y a meter presión con su ya célebre cara de meaburro y cuándonosvamos –nos ha dado tantos buenos momentos.

Volví a levantar la mano, pero era tarde. El camarero portaba en su bandeja la cantidad equivalente en refrescos y tapas del consumo mensual de alimentos del poblado khoisan del desierto del Kalahari. Cuando miré a mi mujer y a mi hijo para pedirles paciencia, en su lugar no había nada. Sólo el vacío. Se habían marchado. De hecho, no los volvería a ver. Pero eso entonces aún no lo sabía.

Ahora estaba solo. Con tres consumiciones por pagar y con el camarero realizando croquis de supervivencia. Solo.

12 comentarios:

Madame Vaudeville (Chus Álvarez) dijo...

Dejar a un marido y a un hijo por pura impaciencia es de 13, Rue del Percebe, jejeje!!!
En terrazas veraniegas, lo peor lo pasé en París... algún día lo contaré en el cabarerito.
Besos, que hacía mucho que no le visitaba, Fer.
MUA!
:*

mariajesusparadela dijo...

Pues sí. Por impaciencia se pueden perder las formas, pero el amor...

AAN dijo...

Jeje. Dijo las palabras prohibidas... Qué gusto volver y leerte como siempre.

Muak

PD: no estás solo, yo sigo por aquí :)

Anónimo dijo...

¿Sabes? ultimamente las veces que paso a leerte inevitablemente vuelvo la vista atrás, al día 16 de julio,"Mi imagen se desvanece si no la miras. Acabo reducido a la transparencia de la que vengo y de la que me rescatas cuando te acuerdas, cuando descubres alguna excusa en tu piano de necesidades." & esque es tan cierto que hasta me asusta, & no tiene mucho que ver con esto que pusiste hoy pero tenía que decirlo, así alomejor el camarero descubre que no esta solo, aunque puede que si perdido en una terraza llena de gente, & tú tampoco lo estas, siempre habrá alguien tocando el piano, en cada instante aunque muchas veces no escuchamos la música...

Andrea dijo...

Pues evidentemente las cosas estaban tan pero tan mal que sólo hizo falta el incidente de la cuenta para tomar por fin la drástica decisión de marcharse para siempre,(ay qué fantasías es capaz de elaborar mi cabeza a estas horas)pero en fin, creo en la libre interpretación jaja Un beso!

manuel_h dijo...

¿cómo era eso... es más fácil no sé qué de un camello y una aguja que un pusilánime pague en una terraza ligeramente llena?

Anónimo dijo...

Maldita empatía. Malditas neuronas espejo, malditas oxitocinas, maldita humanidad...
...o maldita su ausencia.

Sweetcide dijo...

A mi me encanta esperar en companía. Vuelve ya.

antonio dijo...

muy bueno el relato
genial.

Fauve, la petite sauvage dijo...

¡Te quierooooo!

Carmen dijo...

esta (maldita) empatía a veces se convierte en el caldo de cultivo para desenlaces inesperados

Creo que estás mejor solito, sin esa mujer y ese niño que no han sentido empatía (maldita a ratos) en su puñetera vida

buen día

Liliana G. dijo...

Jajajaja No se puede quedar bien con Dios y con el diablo, alguien quedará mal parado en el camino y por lo que se ve, ya sabemos quién es...

Cuando no estás solo, por favor, también pensá en los que te acompañan, no es cuestión de quedarse sin el pan y sin la torta.

Besazos divertidos.

 
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