jueves, 13 de noviembre de 2008

Voluntad


“Pero mientras mi voluntad me responde todavía yo siento cierta seguridad, porque sé que gracias a ella puedo salir del caos y reorganizar mi mundo: mi voluntad es poderosa, cuando funciona. Lo peor es cuando siento que mi yo se disgrega también en lo que se refiere a la voluntad. O como si la voluntad todavía me perteneciese, pero partes del cuerpo o del sistema que la transmite, no. O como si el cuerpo fuera mío, pero “algo” entre mi cuerpo y mi voluntad se interpone. Ejemplo: quiero mover el brazo, pero el brazo no me obedece. Concentro toda la atención en el brazo, lo miro, realizo un esfuerzo pero observo que no me obedece. Como si las líneas de comunicación entre mi cerebro y mi brazo estuvieran rotas. Muchas veces me ha sucedido eso, como si yo fuera un territorio devastado por un terremoto, con grandes grietas y los hilos telefónicos cortados. Y en estos casos, todo puede suceder: no hay policía, no hay ejército. Cualquier calamidad puede producirse, cualquier saqueo o depredación. Como si mi cuerpo perteneciera a otro hombre y yo, impotente y mudo, observara cómo comienzan a producirse en aquel territorio ajeno movimientos sospechosos, estremecimientos que anuncian una nueva convulsión, hasta que poco a poco, crecientemente, la catástrofe vuelve a enseñorearse de mi cuerpo y finalmente de mi espíritu.

Cuento todo esto para que me comprendan”.

Ernesto Sábato, Sobre héroes y tumbas

7 comentarios:

Isabel Tejada Balsas dijo...

Muchas veces me ha sucedido eso, como si yo fuera un territorio devastado por un terremoto, con grandes grietas y los hilos telefónicos cortados. Y en estos casos, todo puede suceder: no hay policía, no hay ejército. Cualquier calamidad puede producirse, cualquier saqueo o depredación.

:/

Unknown dijo...

Efectivamente "Nan", tod@s somos CONTINgENTES. Me sobra esa letra entrometida y metomentodo, pero muchos DOMINgOS me he preguntado en qué momento, y por qué razón, tú y yo decidimos que muchas letras del abecedario nos quedaban grandes.
Desde entonces, escribo palabras tullidas pero llenas de sentido.
Gracias por tus clases de gRAMÁTICA; las echo mucho de menos.
Jesús ContinGente. Ses Illes,Nov,2008

AAN dijo...

Y si ni siquiera nuestra voluntad nos obedece, ¿qué podemos hacer?, ¿dejarnos llevar como un nenúfar en un estanque y rezar para que no llegue un gran sapo y nos aplaste contra el lecho del lago?

"La voluntad", un libro de Azorín, también ;). Besito (genial haberte encontrado en esta noche de insomnio).

Miss Morpheus dijo...

Cuánto miedo nos hace sentir la falta de control... el atisbar a lo lejos las huestes, saber que pasarán sobre nosotros y que nuestra voluntad esté muerta...

¿Quién no le comprendería?

Un abrazo

Tristancio dijo...

... entiendo, vaya que sí entiendo...

(Qué tremendo libro!)

Un abrazo.-

manuel_h dijo...

yo también tengo a veces una voluntad con libre albedrío. Por ejemplo, cuando estás tirado en el sofá y en la tele empieza a salir gente contando cosas de la vecina de arriba que tiende la ropa chorreando líquidos viscosos que corroen los cristales de su galería, y yo no tengo el mando a mano, y oigo una risa tenebrosa dentro de mí.

Diego dijo...

Pensar que Sábato siempre aseguró que escribía mal; hasta lo escuché decir eso en una conferencia que dio hace años y a la que tuve el privilegio de asistir. Cuando leí ese libro era muy joven, todavía casi un adolescente, y casualmente me había mudado al mismo barrio de él (Santos Lugares). Recuerdo que, libro en mano, salí a recorrer las calles de Buenos Aires que recorren los protagonistas. Me senté en ese Parque Lezama del primer capítulo, visité el Barrio de Belgrano en busca de la casa de los ciegos, la Iglesia circular... Yo creo que ese libro es uno de los pilares novelísticos de la literatura hispanoamericana. En algún momento publicaré alguna postal sobre Sábato. Lo merece. Gracias por traerme esos recuerdos. Un abrazo.

 
Creative Commons License
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons.