Fiebre
Cuando aparece la fiebre es como si todo fuera más lento, como si anocheciera con esfuerzo y dolor. Cuesta incluso sacar las palabras y mucho más teclearlas. Por eso lo de escribir con fiebre tiñe los textos de beige. Un color raro. Un color de mentira, pálido, sin demasiada alma, como el del cuero cabelludo o del tabaco en la pared.
Y aquella época fue de fiebre. Tú y tus rizos castaños y rubios, desaparecidos, y yo, oculto detrás del polvo y de palideces extrañas, de fáciles complacencias y lugares comunes. Recuerdo que me dijiste
Hagámoslo.
Y el vientre se me encogió como metiéndose en su caparazón deforme y me sumergí en un vaso sanguíneo en el que los gritos sólo eran resonancias góticas y todos los gestos eran vagos y las erecciones, imposibles. Eché un trago más de mi vodkalemon para huir del sudor y quise estar en una iglesia, en una playa lejana, en el puto centro de Copenhague, en la cima del Kilimanjaro, jugando un partido de tenis en Mar del Plata con 40.000 argentinos riéndose. Me puse a mirar la llama del fuego.
Cuando ahora miro a la llama del fuego al rato aparecen visiones de ti. Pero entonces sólo aparecieron demonios con rizos castaños y reflejos rubios que bebían vodkalemon. Y la fiebre. Luego me besaste y me volviste a decir
Hagámoslo.
Yo sólo atendía a medias. Cuando aparece la fiebre sólo atiendo a medias. Y desnuda te vi delgada y cadavérica, con los labios blanquecinos y la piel transparente.
A los pocos segundos, subió la marea. Y te evaporaste y la fiebre también y la llama en la que aparecían los demonios con rizos castaños y reflejos rubios que ahora brotan en esta fiebre extraña y beige, de color sin alma, de tabaco en la pared.
Y aquella época fue de fiebre. Tú y tus rizos castaños y rubios, desaparecidos, y yo, oculto detrás del polvo y de palideces extrañas, de fáciles complacencias y lugares comunes. Recuerdo que me dijiste
Hagámoslo.
Y el vientre se me encogió como metiéndose en su caparazón deforme y me sumergí en un vaso sanguíneo en el que los gritos sólo eran resonancias góticas y todos los gestos eran vagos y las erecciones, imposibles. Eché un trago más de mi vodkalemon para huir del sudor y quise estar en una iglesia, en una playa lejana, en el puto centro de Copenhague, en la cima del Kilimanjaro, jugando un partido de tenis en Mar del Plata con 40.000 argentinos riéndose. Me puse a mirar la llama del fuego.
Cuando ahora miro a la llama del fuego al rato aparecen visiones de ti. Pero entonces sólo aparecieron demonios con rizos castaños y reflejos rubios que bebían vodkalemon. Y la fiebre. Luego me besaste y me volviste a decir
Hagámoslo.
Yo sólo atendía a medias. Cuando aparece la fiebre sólo atiendo a medias. Y desnuda te vi delgada y cadavérica, con los labios blanquecinos y la piel transparente.
A los pocos segundos, subió la marea. Y te evaporaste y la fiebre también y la llama en la que aparecían los demonios con rizos castaños y reflejos rubios que ahora brotan en esta fiebre extraña y beige, de color sin alma, de tabaco en la pared.
7 comentarios:
...
!!!
¿Ella era una visión beige? Texto delicado, con cada palabra en su sitio, como siempre. Soy fan, ya lo sabes :)
Buena semana, ¡y enhorabuena por el premio! ;)
los argentinos de Mar del Plata ahora están callados, y añoran la fiebre
De tabaco en la pared... Y bebiendo vodkalemon. Menos mal que no soy rubia y rizada que si no pensaría que hablabas de mí ;)
La fiebre es justo así.
Genial como siempre.
PD. Retomamos cuando quieras pero voto cambiar el tema si a todos nos parece bien... no sé si seré capaz de salir del atasco!
Yo siempre había pensado que la fiebre era roja, tendré que fijarme más atentamente. Seguro que tienes razón, el marrón es tan deprimente...
He estado leyendo post pasados, sigues escribiendo tan estupendamente como siempre. Me han gustado mucho la historia del pulpo, y con la del koala me he reído mucho.
Un beso.
la fiebre.
Me gusta así. Qué requetebueno eres.
:))
Interesantes visiones, la fiebre tiene un peso aplastante. Me gustó el colorido, "...escribir con fiebre tiñe los textos de beige." Un abrazo.
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