Aeróbic
- Probemos eso de correr a ciegas por el bosque e imaginemos que somos como los cohetes amarillos de Kerouac. Y explotemos. Seamos peonzas enloquecidas.
Como diálogo no es creíble, ya lo sé. Pero es que ella se expresaba siempre de esta manera. Por eso me apunté a su clase de aeróbic.
- Deja tu alma palpitante a un lado. Eres sólo cuerpo, un juguete que tienes que hacer volar.
Esta absurda pedantería suya hizo que, en sólo dos tardes, me enamorara de ella, a pesar de los saltos, los bailes arrítmicos y el patetismo sudado.
- Siente el rugido de tu conciencia y disfruta del espectáculo vagabundo de tu esfuerzo.
Gritaba de esta forma y todos la seguíamos como zombis borrachos, hipnotizados por su danza ridícula al ritmo de éxitos de los ochenta.
- Dios no existe, el mundo no existe, sólo tú y yo existimos y nuestros destinos están ligados irremediablemente.
Pero no, en la cama no era así. Sólo en una ocasión recitó a Quevedo en el orgasmo y fue circunstancial. Escuchando esto, sé que conmigo fingía. La mataré. Ahora. En brazos de su amante.
Más experiencias gimnásticas, en Contraportada.
Como diálogo no es creíble, ya lo sé. Pero es que ella se expresaba siempre de esta manera. Por eso me apunté a su clase de aeróbic.
- Deja tu alma palpitante a un lado. Eres sólo cuerpo, un juguete que tienes que hacer volar.
Esta absurda pedantería suya hizo que, en sólo dos tardes, me enamorara de ella, a pesar de los saltos, los bailes arrítmicos y el patetismo sudado.
- Siente el rugido de tu conciencia y disfruta del espectáculo vagabundo de tu esfuerzo.
Gritaba de esta forma y todos la seguíamos como zombis borrachos, hipnotizados por su danza ridícula al ritmo de éxitos de los ochenta.
- Dios no existe, el mundo no existe, sólo tú y yo existimos y nuestros destinos están ligados irremediablemente.
Pero no, en la cama no era así. Sólo en una ocasión recitó a Quevedo en el orgasmo y fue circunstancial. Escuchando esto, sé que conmigo fingía. La mataré. Ahora. En brazos de su amante.
Más experiencias gimnásticas, en Contraportada.
8 comentarios:
Uyyyy, ¿¿pudo saber como era en la cama?? ¿¿no tenía tantas agujetas de la clase que no fue capaz? :P
¿Y qué dijo? ¿polvo será, más polvo enamorado? XD A mi me recitan algo en un orgasmo y no vuelvo a tener más :_(
No la mates. Regálale un libro de Góngora.
Estos finales traumáticos obedecen, posiblemente, a la funesta y extendida manía de querer terminarlo todo en la cama, habiendo, por ejemplo, bicicletas estáticas.
Emilio tuvo una aventura en un gimnasio, aunque no se trataba, quizás, de aerobic.
"Probemos eso de correr a ciegas por el bosque e imaginemos que somos como los cohetes amarillos de Kerouac. Y explotemos. Seamos peonzas enloquecidas"
Jamás hice aeróbic, pero creo q si oigo a alguien decir esto en una clase, me apunto de cabeza...
Lo de recitar Quevedo en la cama, qué horror, en fin, de todo hay en las viñas del señor... pero, con lo que yo respeto a ese "señor", salgo por patas...
Gracias por el cuento,
Lilith
Contundente final.
Y esa profesora de aeróbic citando a Quevedo, extraño... Me acordé de esa cita: "raram mixturam facit sapientia cum forma". Un abrazo.
estaba buena?
Martin
Ay, esa mezcla del rodriguez-peliculero-con-ganas-de-ser-infiel y este arrebato asesino me encanta. Qué bueno eso de los links...
(y cómo me gustan estos relatos tuyos, ¿te lo he dicho alguna vez? Qué miedo cruzarse contigo en salamanca, uhhhh)
Ya me da bastante miedo el mundo aerobic/gimnasio como para encima encontrarme con un o una profe así...
Es bello y a la vez... sórdido.
Un placer para mí también, ya sabes :)
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