domingo, 22 de junio de 2008

Resistencia (Clásico revisitado número 14)

-Me han asegurado también, pero no puedo creerlo, que tenéis asimismo la facultad de transformaros en los animales pequeños; por ejemplo, que podéis tomar la forma de un ratón. Eso me parece imposible.

- ¡Imposible! – exclamó el ogro mientras, tras hacer un gesto de desaire, se transformaba en el ratoncito más pequeño que nadie jamás había visto.

El gato, con agilidad (como no podía ser de otra manera y a pesar de las botas) felina, se abalanzó sobre el ogro-ratón y lo mató de un zarpazo.

A los pocos meses, los habitantes del castillo ya echaban de menos al ogro y conspiraban en corrillos contra la política dictatorial de ese gato arrogante. Al principio había caído simpático, ya que un minino calzado con esas enormes botas no podía provocar sino hilaridad; pero ahora, que se había convertido en un pequeño déspota, sólo creaba discordia a su paso. La primera medida que contó con un sector discrepante fue la de los ovillos de lana, cuya pertenencia se hizo obligatoria, y su movimiento, recomendado al paso del señor del castillo. Poco después, un polémico decreto sancionaba a las damas que no llevaran falda, así como a aquellas que se negaran a hacer mimos gratuitos. Alguno por poco muere de celos. La norma que acabó con la paciencia de muchos fue la que instó a sacrificar a los perros de gran tamaño y a los de ladrido más cáustico.

Para que se organizara un movimiento de resistencia, tuvo que haber un mártir: aquel pobre hombre que salpicó con agua al tirano y fue condenado a ingerir bolas de pelo hasta la muerte.

Su sacrificio no será en vano. Primero atentaremos contra la arena de la caja, pero no será una acción aislada. Pronto acabaremos con este autócrata con botas.

5 comentarios:

Don Peperomio dijo...

Esto huele a política...

Alphonsus dijo...

Yo aprovecharía ahora que es tiempo de petardos (Verbena de Sant Joan)e inmolaría analmente al minino despota con una traca de siete chinos, uno por vida...

Princess Valium dijo...

Y a mi, no sé porqué, este pequeño relato me recuerda a ese curioso libro titulado: "Cuentos infantiles políticamente correctos".
Merece la pena leerlo.
Un besito

manuel_h dijo...

con razón nos previenen contra los gatos con piel de tierno salvador!

Anónimo dijo...

Cuidado con la gente bajita,menuda o poca cosa...no nos vayan a dar gato por liebre!
La unión lo es todo.
A las barricadasssss!

 
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