domingo, 15 de junio de 2008

Curiosidad

Cuando ella me dijo que nunca (“nunca” pronunciado como un ultimátum), jamás (“jamás” pronunciado como una amenaza), se me ocurriera abrir el armario empotrado del fondo del pasillo, lo cierto es que no le pregunté por qué, a pesar de que la duda me rebotaba dentro. Tengo fama de discreto y no iba a poner en peligro mi reputación por un armario sin importancia, ya que, pensé con un exceso de asquerosa racionalidad, esa curiosidad habría sido reflejo de una inmadurez relacional evidente.

Después de dos años viviendo con ella, lo cierto es que he pasado delante de ese armario miles de veces, y siempre ha sido como pasar junto al objeto que materializa todos los sueños infantiles, como caminar frente al misterio, el misterio en mayúsculas, en formato panorámico. Pero la atracción hacia lo desconocido jamás había llegado al extremo de la curiosidad erótica de las últimas tres semanas. Durante estos días, se me movía algo en el bajo vientre cada vez que miraba el armario. Ayer, incluso, tuve una erección con sólo pensar en el momento de abrir esa puerta y ver, por fin, lo que escondía.

Ahora, que ya sé la verdad y yazgo moribundo debajo de esta montaña de botas, zapatos, sandalias, mocasines, bailarinas y zapatillas, he llegado a la conclusión de que en la ignorancia era dichoso, de que la incertidumbre ha servido para que esta relación funcionase y, sobre todo, de que antes de que la realidad se derrumbara sobre mí, no tenía unas alpargatas en la boca, a punto de asfixiarme.

16 comentarios:

Hans_Christian_Andersen dijo...

Eso te pasa por abrir esos armarios en los que no sabes lo que te vas a encontrar...

Madame Vaudeville (Chus Álvarez) dijo...

¡Jajajjajaj! Me he reído mucho, Fer. Si abriera usted mi armario iba a encontrar de todo menos glamour vaudevillesco. Si es que vale más no saber... La curiosidad mató al gato, dicen (¿o debería de decir "la curiosidad casi le mata con la alpar-gata?)
Besos desde el cabaret

Mon dijo...

Me gusta cómo lo has relatado, me has robado una sonrisa, picaruelo!

No hay nada como la decepción que provoca descubrir algo o alguien que has idealizado.

Eva dijo...

Ya ves, con lo sana que es la ignorancia :D

¡Qué bueno, Fer!

Besos.

Princess Valium dijo...

jajajajaja...yo habría muerto degollada por una bailaria: 1) pq las odio. 2) porque la curiosidad me habría hecho flaquear al cabo de un mes, como máximo :p
Besitos

La Maga dijo...

Qué bien escrito está este texto. Consigues despertar una curiosidad casi insana y la intriga a lo largo de todo el texto. El final es genial.

Besos.

tu puta triste dijo...

¡Y lo tranquilo que te has quedado!

Don Peperomio dijo...

Malditos armarios con zapatos!
Siempre pasa igual, te provocan erecciones para luego clavarte el tacón ahí donde más duele.

Alphonsus dijo...

Es sumamente cierto que cuando se derrumba sobre nosotros la aplastante realidad, esta huele a pies...

Patrice dijo...

Sí, lo de no tener una alpargata en la boca es importante para que una relación vaya bien, sí.

besos

Arkana dijo...

Quien avisa no es traidor, no? jejeje! Debiste hacerle caso...

Gracias por tus comentarios y bienvenido a mi refugio, entra cuando quieras!

Un beso!

simalme dijo...

El deseo, la curiosidad, es el motor, es normal que, en cuanto desaparece, mueras.

Gwynette dijo...

La entiendo!..porque me encantan los zapatos y me cuesta muchísimo deshacerme de ellos al acabar la temporada, incluso de aquellos que ya cumplieron su misión en la vida..
Nunca y jamás, eran candados que nunca jamás debiste forzar...:-)

Besitos

Naty dijo...

Dicen que la curiosidad mató al gato, me pregunto si le habría salvado la vida la ignorancia... Probablemente sea positiva la respuesta... Me encantó la historia, con el final de alpargata en la boca incluido :) Feliz semana...

Diego dijo...

Escribir un buen cuento es, entre otras cosas, lograr abrir la mayor cantidad de mundos con la menor cantidad de palabras. Y eso tú lo has aprendido muy bien.

manuel_h dijo...

mónica, de friends, tenía un armario así, debe de ser el contrapeso de la balanza.

 
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