domingo, 28 de noviembre de 2010

Sed



Soñó que tenía mucha sed. No sé si es que estaba en el desierto de Gobi o paseando por las ruinas del teatro romano de Mérida, pero tenía mucha sed y no encontraba agua por ninguna parte. En definitiva, una de esas situaciones que sólo se dan en los sueños, porque allá donde iba, espejismo que te crió; porque poco hay que hacer en el terreno del subconsciente cuando se ha cenado una pizza con anchoas.

Excepto provocar un aborto del sueño, que se hace así.

Despiértate.

Y despierto sólo hay que alargar el brazo y coger esa botella de agua que se ha colocado sabiamente en la mesilla de noche.

Y despierto sólo hay que ponerse la botella en los labios e inclinarla.

Y despierto, sólo hay que beber agua.

Y despierto, así lo hizo. Bebió de forma exagerada, sin la medida que otorga la vigilia y con el alivio que era sentir ese líquido enfriando las entrañas.

Bebió mucho más allá de sentirse satisfecho, varios litros quizás, sin percatarse de que todo él comenzó a hacerse líquido. Primero fueron las vísceras, después los músculos, y luego el agua salió por sus orificios y acabó reduciendo su tronco y sus miembros a mero fluido.

De su cuerpo sólo quedó una mancha incolora en la sábana bajera.

Su mujer, al despertarse, lejos de echarlo de menos, se dio la vuelta y se puso a dormitar dominicalmente sobre la humedad de la cama. Qué fresquito, pensó. Y sonrió pensando en las anchoas de anoche, que le costaron lo suyo, pero que habían valido la pena.


3 comentarios:

A dijo...

Fenomenal! un relato que desborda...sí, "frescura" y originalidad, Vaya creatividad para plasmarla en letras. Pues nada, que tocará volver.
Saludos (sin anchoas)

Alejo

ixilik dijo...

Que ganas, me han dado de cenar anchoas!!!
Eso sí, dormiré en la bañera , con el tapón puesto.

martistica dijo...

Si publicas un libro, me compro dos.

 
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