domingo, 14 de marzo de 2010

Nieve



Inevitable no escribir sobre la nieve, porque aquí no nieva nunca, aunque parece que cuando nieva lo hace con ganas, como si la nieve se fuera acumulando en algún lugar del cielo durante veinte años y luego descargara de golpe, gritando, cantando muy alto. Me da por pensar que tienen a la nieve encerrada en las nubes y por eso al salir lo hace con tanto estruendo, pobrecilla. Yo haría lo mismo, de ser nieve. Además, lo de la frialdad no me cogería de nuevas y seguro que aprendería a hacer resbalar a la gente y a los coches.

Lo que nadie esperaba es que, esta vez, fuera a quedarse.

Tampoco que fuera azul, pero eso formaría parte de otro relato.

La cuestión es que a la nieve le dio por estar siempre, le gustó haber caído aquí. Por el clima, seguro. La arquitectura está bien, los bares son agradables, la gente es simpática; pero creo que ha sido por el clima templado y las terrazas de los domingos por la mañana.

Nos costó acostumbrarnos a la nieve permanente. Sobre todo a partir de primavera, cuando empezó el calor y comenzamos a combinar esquíes con camisas de lino y nos enamoramos de los hombros desnudos de las chicas mientras patinábamos sobre el hielo de las aceras de la calle Aragón. Ese verano todo el mundo llevó sandalias con calcetines y en la playa nos estirábamos a tomar el sol sobre mantas eléctricas y bolsas de agua caliente. Se puso de moda el granizado, pero los puestos de helados cerraron, qué lástima.

Después, cuando volvió el frío, la nieve se evaporó.

Por eso digo que se había quedado por el clima.


5 comentarios:

Rosa dijo...

Mira que lista la nieve!!
Besos

Terapia de piso dijo...

Vivía a su manera. Como debemos hacer todos. A intentarlo, pues.

Saludos, Fernando.

Qé bueno pasar por acá, otra vez.

José Roberto Coppola

Fidias dijo...

Y la nieve llega siempre cuando menos te lo esperas, porque es parte de su estrategia para seducirnos

Cris dijo...

Pues la nieve es la única gracia que tiene el frío. Si se va, qué mal.

Besitos!

ixilik dijo...

Hace poco le comentaba a una amiga, que la nieve es como el amor, preciosa y brillante cuando llega. Y dejando un sucio charco cuando se va

 
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