domingo, 21 de marzo de 2010

Júpiter


El miércoles leí en un periódico, no sé cuál, que algún científico había descubierto la existencia de otro Júpiter. Me explico. Todo el mundo sabe que por aquí cerca se encuentra un planeta que se llama Júpiter, con sus lunas Ganímedes, Calisto, Europa e (que no y) Ío. Pues bien, a cientos de años luz de este Júpiter hay otro Júpiter igualito. El hecho de que esté a cientos de años luz parece razón suficiente como para pensar que tal vez ese Júpiter ya no exista, que se haya evaporado en el universo, que una supernova lo desintegrara hace tiempo o que un agujero negro decidiera engullirlo por las buenas. También garantiza que ningún turista vaya por allí a sacarle fotos, lo cual tampoco está mal.

Que haya un Júpiter más por ahí también me hizo pensar que quizás también exista otro Saturno, otro Mercurio, otro Venus o, por qué no, otra Tierra, con la otra gente haciendo sus otras cosas, teniendo sus otras familias y hablando de sus otros asuntos. Tal vez también allí sean aficionados a saltar de los aviones, que exploten en aplausos o se mueran de aburrimiento; que ronquen, que se pongan gafas de pasta y que tengan sus propios tanatorios.

Luego me pregunté cómo sería mi yo de esa Tierra gemela. Estaría bien llamarle para comprobarlo, pero eso de que esté a cientos de años luz es un grave inconveniente. Además, no tengo su teléfono. Tampoco sé si allí, en la otra Tierra, tendrán teléfonos o emails, o si el ADSL funcionará mejor, así que mejor ni lo intento. Y, llámenme cobarde, pero eso de llamar a mi otro yo me da un poco de miedo. Seguro que es mucho más listo, más constante en todo lo que hace y ha heredado todo lo bueno. Supongo que es capaz de planchar una camisa en menos de cinco minutos y que quede perfecta, de ver las películas sin subtítulos y de escribir de un tirón. Y estoy seguro de que bebe tres litros de agua al día y no tiene miedo a las alturas ni a lo que venga después de los besos, de la cama y de quererte y de quedarse contigo y todo lo demás.

Una versión perfeccionada. Alguien que no lee el periódico, ni le importa si hay otro Júpiter, otro Saturno, otro Venus u otra Tierra. Le da igual, porque ese otro yo está contigo, a pesar de los cien años luz, de las supernovas y de los agujeros. Aunque el universo se haya evaporado.


8 comentarios:

Majo dijo...

Bueno, yo es que tengo que entrar cíclicamente a decirte lo mucho que me gusta leerte...

Besets.

mariajesusparadela dijo...

Esa parte del miedo es conmovedora. Ahí están todos los miedos cotidianos, los pequeños , los que de verdad nos mortifican.

ixilik dijo...

pues ya tengo suficiente con intentar tratarme con el yo de aqí, como para preocuparme por el del otro planeta... Y eso que deberia preocuparme , puyes se pierde cosas como tus post. A cosas como al miedo al despueés de los besos... Diana

Fidias dijo...

¿Que curioso sería un paralelismo, verdad? =)

Sweetcide dijo...

Nadie quiere a alguien perfecto, qué horror.

Y deja de ver Lost :P

Anónimo dijo...

Tengo la esperanza de que todas esas mejoras de alguna manera no sean posibles, que hubiera una especie de conflicto espacio-temporal y que el universo reventase antes que ese otro yo pudiese existir. Será la envidia.

simalme dijo...

Uo. Al final, lo que importa es lo que importa...

Caminante dijo...

lo único más difícil de estar con alguien... es estar conmigo mismo.

 
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