viernes, 27 de noviembre de 2009

Dickens sucks (Clásico revisitado número 23)

Que eso de estar durmiendo y que te despierte un fantasma no es algo común, digo yo, por mucho que esté previsto en mi historia y que lo haya escrito aquel inglés de Portsmouth –que, por otra parte, no le gusta a nadie, lo tengo hablado con todo el mundo–, que me da la sensación de que es más bien locura -que estaría bien estar loco de vez en cuando, como para dormir mejor nada más- o al menos sospechoso. Si me pongo a pensar así racionalmente, ni es un fantasma ni niño muerto, y para ser el fantasma de una Navidad tenía más bien pinta de vieja senil, de ésas que miran todo con odio o resentimiento, como evidenciando con los ojos que lo han vivido todo y que ya se les ha terminado la fiesta.

Estaba sentado en mi cama y tenía una guitarra en las manos. Me quiso dar conversación, aunque pareció más capricho que otra cosa, porque no paraba de hablar del futuro y no del futuro de aquí en cuatro o cinco días, sino del futuro-futuro, de ése que es jodido simplemente por el hecho de que todavía no ha ocurrido y que te cuentan con una batería de efectos incorporada.

Me cantó algo de un ser que sólo escribe y que lo acompaña el humo, conceptos teológicos, cientos de libros, un silencio rabioso, un gato obeso que se frota contra los bajos de los sofás y recuerdos difuminados y puramente funcionales.

Ganas de evangelizar que tenía. Y algo huele mal cuando la gente tiene demasiada necesidad de enseñar cosas.

Y ya está, porque me di la vuelta después de estamparle la puta guitarra en la cabeza. Que digo yo que para ser un fantasma sangraba como un cerdo y su sangre tenía la misma textura que la mermelada. Si es que hasta el rigor de la inmortalidad, en los tiempos que corren, parece de juguete.


8 comentarios:

Fidias dijo...

Es cierto que Shakespeare tiene más de leyenda que otra cosa. La verdad es que tanto él como Cervantes... en fin, digamos que puede que tuvieran trastornos irreparables, y ni así me consiguen enganchar, no como Poe, que sí que tenía trastornos, pero de los buenos.

Cacahué Producciones dijo...

Si Dickens levantará la cabeza... jeje

mariajesusparadela dijo...

Con lo feliz que yo me hubiera sentido con ese fantasma, aunque fuese un fantasma de presumir de los que van en un mercedes...

Carla dijo...

el futuro- futuro también es de juguete...

un abrazo:)

Rosa dijo...

Desde luego que poco hospitalario que eres!!!! :D
Besos

Anónimo dijo...

¿El que se casó con la Paddington? No le gusta a nadie. Pregunte, pregunte.

Cris dijo...

jojojo...

Pero la verdad es que se lo merecía un poco.
:S

Besitos...

Angie dijo...

Ni los fantasmas ni los vampiros son lo que eran...

Me ha encantado lo del guitarrazo en la cabeza :-)

Un saludo

 
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