jueves, 22 de octubre de 2009

Ejercicio introspectivo a la una


Cuando se acercaba a su precipicio, miraba hacia otro lado.

Tenía vértigo de sus vidrios rotos.

Así que miraba hacia allá, como marca el Reglamento. A cualquier lugar menos a su lluvia.

Allá a lo lejos mejor que a su oscuridad, a la pausa de aquellas grietas. A cualquier duda.

Miraba hacia la calma de los claxons y las sirenas.

A cualquier lugar menos a las bajas temperaturas.

Hacia la parodia del escenario.

Iba sembrando tempestades, repartiendo jirones de niebla.

Y vivía un poco a destiempo. (según sus cálculos, sólo dos o tres veces por semana).

Le dijeron “céntrese”, “búsquese”, “mírese”.

Y se ha puesto un espejo en casa.

Pero hay que afinarlo.

Porque en él sólo aparecen moralejas.


6 comentarios:

Sofía B. dijo...

Increíble la foto, increíble el texto. Como siempre.

Abrazos

mariajesusparadela dijo...

Háblame de tu afinador de espejos. Yo también lo necesito.

Rosa dijo...

Ufff!!, y quién no tiene vértigo de sus vidrios rotos???.

Aunque eso ya es un gigantesco paso; el darse cuenta que uno tiene vidrios rotos, digo. Es el punto de partida fundamental para poder empezar a unir, a pegar. Hay quienes a pesar de ser auténticos añicos viven su vida inconscientes, creyéndose copas intactas de cistal de bohemia.

Besossss

Sweetcide dijo...

Cuando se encuentre, que me busque *

Terapia de piso dijo...

Por un momento creí que las moralejas no existían. Que no había lecciones que aprender ni fórmulas que repetir para no equivocarse.

Un saludo, Fernando.

José Roberto Coppola

Anónimo dijo...

Creo que a veces llego a odiarte por escribir cosas que me gustan tanto, eso si, si te odio sera con cariño por hacer que cada vez me gusten mas las palabras =)

Supongo que a nadie le gusta mirar su lluvia, aunque la lluvia siempre sera bonita.. todas las escenas de lluvia de las pelis son bonitas ^^

 
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