jueves, 23 de octubre de 2008

Despertar


Lo malo de ser pulpo gigante es que, al caminar por la calle, las ventosas de los tentáculos se quedan pegadas en cualquier parte. No logras avanzar cien metros sin que a tus brazos se vayan adhiriendo hojas marchitas, colillas, chicles mascados, pekineses y papeles de propaganda de academias de inglés.

Cuando le expliqué al médico mi problema, tan sólo conseguí que me recetara una crema hidratante de lo más vulgar, y lo hizo ocultando a duras penas una sonrisilla maliciosa. Tal vez en esa crema esté la solución, pero carezco de la habilidad motriz básica para abrir un bote y/o frasco. Al menos si mi pareja no me hubiera abandonado... pero no la culpo: salir con un cefalópodo no debe de ser fácil; más allá del olor, la viscosidad característica de todo animal marino y mis ojos saltones, cada vez que me abrazaba soltaba un chorro de tinta negruzca que lo dejaba todo perdido. La pobre no ganaba para sábanas.

Sin embargo, y dejando a un lado la modestia, no creo que encuentre un amante como yo. No circulan por ahí muchos tipos con tres corazones y con una estructura reproductiva de tan magno tamaño. Además, mi salud es de hierro, ya que, desde que soy pulpo, no fumo y apenas bebo alcohol. Y, al ser sordo, me abstengo de escuchar cosas que no quiero oír.

Ya han pasado tres meses desde que se fue y creo que he superado su abandono. Con excepción de momentos como los de la crema hidratante. Y de los despertares. Aún no me he acostumbrado a despertar sin ella. Así que todavía, cada madrugada, huyo de las lágrimas y me lanzo al mar en busca de mi único consuelo: aterrorizar submarinos a la deriva rodeándolos con mis brazos. Absurdamente, sólo las caras de pavor de los tripulantes logran distraerme de la ausencia.

Si supieran que es ese el precio de mi alivio, no tendría tan mala fama.



Más amaneceres tentaculares en Mi matadero clandestino y Contraportada

11 comentarios:

Sweetcide dijo...

me encantaaaaaaa y me da penita.

yo lo querría :)

Anónimo dijo...

Sí, es un pobre!
Me ha encantado el misterioso "desde que soy pulpo"... ;)

Más? cuando queráis.

Besos.

Anónimo dijo...

El primer párrafo me encanta, tan visual, creí verte ayer en la esquina de la Plaça Diamant, aunque los pulpos no tienen perro ¿no?

Tristancio dijo...

Inquietante fauna la tuya, la de tu imaginario. Y es que, claro, el hombre (y la mujer) puede ser un verdadero animal. Y, a veces, puede tener tres corazones; otras, ninguno.

Inquietante, sí, verdaderamente inquitante...

Saludos.-

Diego dijo...

Extrañas tus kafkianas. Un abrazo.

Andrés Schmucke dijo...

Hola, pasaba por aquí para echarle un vistazo a los nominados a los premios de 20 minutos. Aunque no estamos participando en el mismo renglón vine a pedir vuestra colaboración, solo pido un voto que no enriquece ni empobrece a nadie, claro que pido ese voto siempre y cuando te haya gustado lo que viste al pasar por mi espacio. Si no te gusto lo que viste pues no votes por mí.

Tremendo blog, un saludo desde Venezuela.

Andrés Schmucke.

azhelem dijo...

cope este blog, lo encontre buscando elpoema 21 de espantapajaros de girondo.

saludos

Dori Benito dijo...

Genial, Fer, genial. Produce un escalofrío de gusto, que es lo que debe hacer la literatura.
Un besazo.

manuel_h dijo...

hay varias maneras de comer pulpo, pero se me han olvidado

Don Peperomio dijo...

http://www.flickr.com/photos/gonzalez-alba/2752334773/

Abrazos!

Miss Morpheus dijo...

Hasta lo más absurdo cobra sentido cuando se mira más allá.

Otra delicia para mi paladar... a pesar de la viscosidad.

Besos.

 
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