jueves, 22 de diciembre de 2011

Intermedio



“Dejó que el teléfono se le cayera de la mano y se quedó llorando un rato, en silencio, sacudiendo la cama barata. No sabía qué hacer, no sabía cómo vivir. Cada cosa nueva con la que se cruzaba en la vida lo impulsaba en una dirección que lo convencía plenamente de que era la correcta, pero de pronto surgía ante él otra cosa nueva y lo impulsaba en la dirección opuesta, que también se antojaba correcta. No había una línea argumental: se veía a sí mismo como la bola puramente reactiva de una máquina del millón, en un juego cuyo único objetivo era seguir vivo por el mero hecho de seguir vivo”.
Fragmento de Libertad, de Jonathan Franzen

1 comentario:

mariajesusparadela dijo...

Parece que siempre estamos en esas.

 
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