domingo, 6 de noviembre de 2011

7 menos 1



En el decimoquinto año después de Lehman Brothers, el G-20 tomó la decisión unilateral de suprimir el domingo. En un primer momento se pensó en, simplemente, eliminar el rojo de los calendarios, pero los cristianos y, sobre todo, algunos sectores de la izquierda se opusieron de forma rotunda. Así que se optó por la solución de eliminarlo y punto.
Por tanto, 2024 fue el primer año sin domingo. Del sábado se pasaba al lunes y ya está.
El sábado se convirtió en el nuevo domingo y el viernes siguió siendo viernes, así que técnicamente lo que desapareció fue el sábado, con todo lo que implica algo así: continuaron existiendo los suplementos dominicales, pero también las tardes de domingo, las resacas, las comidas familiares y, por supuesto, la misa, el fútbol y carrusel deportivo. Lo que sucedió es que todo pasaba en sábado y ya no valía eso de ya lo haremos mañana, que es domingo.
Al principio nos costó, pero luego nos acostumbramos, e incluso los lunes dejaron de ser tan lunes y pasaron a ser un día más. Y los sábados estaban muy bien, pero eso ya se supone.
Lo que luego se supo fue que, en realidad, el domingo seguía existiendo y los del G-20 lo tenían escondido, que sus familias continuaban yendo a misa con calma y dejando cosas para mañana y que mañana seguía siendo fiesta, y que en sus vidas todavía había un sábado y un domingo, con todo lo que implica algo así.
Sus lunes, sin embargo, eran tan lunes como lo eran antes.
Por eso no nos quejamos. Que se jodan los del G-20 y sus familias y sus lunes.

2 comentarios:

Cris dijo...

Los domingos son ese mal necesario para que podamos valorar el resto de la semana... Y aún así a veces (como ahora) cuessssstan....

Tristancio dijo...

Y yo, que no me baño los domingos... mmm.

 
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