jueves, 16 de julio de 2009

Redundancia



Mi imagen se desvanece si no la miras. Acabo reducido a la transparencia de la que vengo y de la que me rescatas cuando te acuerdas, cuando descubres alguna excusa en tu piano de necesidades. Aquí te suelo esperar, invisible después del amor y luego del frío, al que no me adapto, donde llueve sobre mojado y los relámpagos iluminan más bien poco. Es éste un terreno de redundancia, de sumar uno más uno y al final acaban siendo tres, o de elevar al cuadrado y los números se van cada uno por su lado.


Mi imagen se filtra por los desagües si no la miras. Invisible, me refugio en cuentos que siempre terminan mal, sin colorín colorado ni perdices, ni lobos que vomitan lo digerido, pero da igual, porque mi imagen se esfuma entre canciones sin besos y sin lenguas. Los focos no me iluminan, sino que pasan a través de la carne y de los huesos sin dejar cicatriz, como si la luz fuera aire y mi cuerpo fuera mera palabra. Pero la imaginación no me toca en esta fábrica de fantasías, que no se avivan sin que tú soples desde las llamas de tu mundo. Pero eso es cuando te acuerdas y me miras, cuando descubres que hay algo que no sabes. 


Mi imagen se pierde entre libros viejos si no la miras. Me condenas a este lugar cómodo, entre las letras, con tanto papel y tanto que hacer. Aunque, mientras llegas o no llegas, este papel me distrae de los cuchillos y de la amenaza del vacío. Cuando no sé qué tecla pulsar, siempre asdfg hjklñ, asdfg hjklñ y luego puntos suspensivos, porque así, con puntos suspensivos, parece que vaya a viajar hasta ti y decirte cosas que nunca te he dicho. Mientras llegas o no llegas, tiño la realidad de películas tristes, con gente que canta en francés y lluvia sin relámpagos pero con piezas de Satie. 


Mi imagen se pierde en el invierno si no la miras. También ahora, en pleno julio, en el hemisferio norte, donde mi imagen se filtra por el desagüe en el sentido incorrecto y los cuentos nunca terminan mal y no hacen falta focos y escasean los libros viejos, donde nunca llueve y el aire sopla desde ti. Cuando te acuerdas. 

9 comentarios:

Mon dijo...

Hacía muuuucho tiempo que no te leía y veo que no bajas el listón. Creo que añadiré este a uno de los relatos que más me han gusto junto con el de las mujeres voladoras, placeres mundanos y showgirls.

Gracias por seguir escribiendo.

Sweetcide dijo...

A mi también me ha gustado muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuucho :)

Svor dijo...

Redundancia? No.
Belleza.

Ylka Tapia (Malalua) dijo...

"Cuando te acuerdas". Me adjudico el significado real de tus palabras como un ejercicio de mis propios pensamientos.

A veces eres una extensión de una mano que me gustaría poseer, y es evidente que aún no tengo.

Gracias por tus palabras, aquí y en mi humilde casa.

Besos.

Carmen dijo...

me gusta mucho (mucho) tu forma de escribir Fernando

...en cuanto a la fotografía de Carla tiene otras (que ya he puesto) que me gustan más que ésta

buen día

Terapia de piso dijo...

Ese asesino cuando te acuerdas. Mortal. Fulminante.

Un abrazo, Fernando.

Siempre es grato leerte.

José Roberto Coppola

Fidias dijo...

Qué bonito es leer lo que escribes, esas palabras que siempren traspasan el papel y calan en la gente, te acuerde o no.

Abril Lech dijo...

Maravilloso. Ojos de tal poder han de ser bellos, eso espero. Quien mira parece crearte mas que observarte! Me gustó mucho tu escrito.

espiralproscrita dijo...

Tu imagen
se precipita
en el borde
exhausto
de mi retina.

Un placer pasar por aquí

 
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