Fragilidad
La hicieron de cristal para que la fragilidad no estuviera sólo en sus ojos. Una escoba la gobierna ahora, rota en cientos de pedazos secos, en mitades partidas por la mitad, cuando ya no le quedan mudanzas ni humildades.
La llevaban para el museo de almas libres de cinismo, que ya quedan pocas. El camión aceleró en plaza de España, frenó en Gran Vía y las almas se convirtieron en cromos de la Liga 87-88, todas esparcidas por el suelo, sin entierro generacional. Ella, que era la única hecha de cristal, se rompió. La sombra también se le rompió, y eso que era joven, mucho más joven que ella. Les dio tiempo a mirarse. Un segundo nada más.
Ruido de cristales rotos. El camión se paró y allí quedó el estropicio, con el alma y su sombra reducidas a cientos de pedazos solos. Un mentiroso explicó que a nadie le importó, que allí había demasiada oscuridad y tantas cosas, que sólo se preocupaban en esquivar el corte y la confección y en conservar el lustre de los zapatos. Que no está el tiempo para heridas en los pies. Pero era un mentiroso, así que aquí nadie le cree, porque el alma y su sombra no tenían pinta de arañazos, y mucho menos de cortes. Lo que sí es cierto es que a nadie se le ocurrió repararla, cuesta encontrar un pegamento que niegue el pasado, así que quedó como pasto de la escoba, como sangre de asfalto.
Se veía venir, dijeron otros, que un alma de cristal es una cosa rara, no hace falta cáncer en sus pasillos para la ausencia y no es necesaria epidemia para que se haga de noche. La última duró lo que dura el hielo en las manos.
Y todos, sin excepción, lloraron, porque ya no quedaron más almas libres de cinismo. Al menos, de ésas sin civilizar, de las que se rompen en un frenazo.
6 comentarios:
Fer, se lo digo en serio: escribe usted tan bien que me dan ganas de correr a su encuentro y plantarle un besazo.
Un abrazo entusiasta y admirador.
(y encima la imagen me encanta)
¡qué preciosa prosa!Pero,todavía, gracias a todos los dioses, sigue habiendo almas de cristal.
Está genial como siempre.
Y hoy me toca especialmente.
Besos
Perfecto, de primera a última palabra. Y emocionante.
Quien dice haber vivido y no tiene arañazos, debe estar mintiendo; hummm, yo creo que tendré que leerlo de nuevo, porque lo he leído escaqueado y con demasiadas distracciones, pero me gusta, el ritmo, el cosido de las letras y las referencias, desde luego; hay un libro que reconstruye la vida de la bruja verde de Oz, Elpheaba, por cierto, y bueno, cuando la niña le tira el cubo de agua y ella desaparece y el libro está apuntico de acabar, alguien pregunta por la bruja, y el narrador le dice que las brujas simplemente, un día, dejan de existir, desaparecen, sin más; no sé, es como los nazis, como gente terrible por sus actos, que un día, desaparecen, se vuelven ancianitos de sonrosadas mejillas... ¿y quién, salvo un monstruo, podría odiarlos?
Abrazos verdes
me dá lástima la sombra, que al fin y al cabo, ni siquiera disfrutó de la transparencia
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