domingo, 29 de julio de 2007

Niñez


“Me han dicho alguna vez o lo leí en alguna parte – lo recuerdo ahora – que durante la infancia nos hacemos treinta y tres preguntas por hora y que, con el paso del tiempo, cada vez nos preguntamos menos cosas, porque las respuestas están ahí, pensadas por otros y dispuestas a ser adoptadas por nosotros antes de que ni siquiera se nos ocurra cuestionar el cómo y el porqué de lo que nos rodea y nos tiene acorralados. De este modo, acabamos conformándonos con la seguridad de las respuestas ajenas sintiéndonos vencedores cuando en realidad deberíamos luchar por mantener el riesgo constante de las preguntas privadas.

Sí, se nos educa para ser débiles, pero para cuando lo comprendemos ya es demasiado tarde. Alcanza con mirar fotos de niños que alguna vez fueron y compararlas con las fotos de adultos que estos niños resultaron ser para que nos invada una sensación de triste extravío, de resignado desconcierto ante lo imposible de recuperar. Esta boca y esta nariz pueden llegar a coincidir con aquella nariz y aquella boca; pero algo se ha quedado para siempre en el camino: el brillo desafiante de una mirada, la curva cruel de una sonrisa pura y bestial, la estatura perfecta y la silueta aerodinámica, óptima e inasible para alcanzar la mejor velocidad cuando se corre pero nunca se huye. Felices enanos perfectos que, misteriosamente, aparecen anacrónicamente adultos en esos brillantes papeles viejos”.

Fragmento de Mantra, de Rodrigo Fresán, un autor que no me canso de recomendar.

12 comentarios:

Leuma dijo...

Gracias por la recomendación. Tiene calidad y es una reflexión importante, un beso

Sweetcide dijo...

Me tocan la fibra sensible algunos de tus post...

Y ahora va en serio :)

Anónimo dijo...

Pues sí, somos tan especiales durante la niñez...! Luego a medida que vamos madurando prestamos más atención a nuestro mundo exterior que al interior de manera que nos extraviamos y perdemos nosotros mismos...

Conclusión: SA TA NA MA (es un mantra, una poderosa herramienta para reponer el equilibrio en la mente y mantenerla limpia) :P

manuel_h dijo...

Los que siempre tuvimos un cuidado extremo en evitar que nos hicieran fotos nos evitamos la comparación, aunque no la sospecha, claro.

Anónimo dijo...

No se si de pequeña me hacía treinta y tres preguntas por hora, lo que si se es que ahora me hago treinta y tres veces por hora, la misma pregunta.

Gwynette dijo...

Me he quedado de piedra!..33 por hora?. Si me hago 3 al día ya es más que suficiente. Tengo fama de preguntona, pero no era consciente que había perdido tantas facultades y que en realidad soy una "resignada" más..me has dado el día ! =_O

Cariños de alcachofa

Naty dijo...

Leyéndote me doy cuenta de que no he crecido (y cuanto me alegra saberlo :) Saluditos

Anónimo dijo...

A medida que nos hacemos mayores nos damos cuenta de que las cosas SON. Los 33 por qués a la hora pasan a SER. Qué alegría...
me refiero a la felicidad que da SER y SENTIR sin buscar un por qué.
Besos, Fer, sigue estrujando tu cerebro para los que te seguimos. Y no te olvides de SER, que hay mucho ahí dentro.

Anónimo dijo...

Conservar la capacidad de asombro es la característica de la niñez. Es muy difícil mantenerla. Yo lucho porque cada día las cosas me sorprendan, pero no siempre es fácil. No me gusta hacerme mayor :S
Besos.

Fernando García-Lima dijo...

Gracias a ti por leerme, Leuma. Un beso.

Sweetcide, pues hay gente que dice que soy insensible, así que me alegro :-)

Elarte, gracias por tu mántrica conclusión. ¿Puedes darme alguna dirección en la que ampliar la información sobre ese mantra?

Manuel, es que mirar las fotos de antaño da rabia siempre: por lo monos que estábamos o por lo desastres que íbamos. Aunque ahora los 80 han vuelto... Hora de recuperar el fondo fondísimo de armario.

Monsalud, ¿qué pregunta te haces?

Fernando García-Lima dijo...

Gwynette, no sé si la cifra es la exacta, pero sí que, con la perspectiva adulta, parecen muchas. Ahora parece que lo sabemos todo y, en realidad, no sabemos casi nada.

Naty, qué suerte tienes. Tienes que decirme tu secreto.

Plumilla, besos para ti también. Sigo estrujando :-)

Sirenita, creo que compartimos gustos, aunque yo me sigo asombrando, más para mal que para bien.

Unknown dijo...

Pasaba por aquí.

Me gusta esa visión de cómo perdemos inquietudes según pasan los años.

Saludos.

 
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