domingo, 25 de marzo de 2007

Ella nunca mira a los ojos


La ciudad nunca mira a los ojos. Siempre huye, jamás hace frente a los habitantes inciertos que la desafían. El corazón lo tiene hueco, ácido en el estómago, brazos abatidos. En sus calles se huele dolor, tenue, pero dolor. La tez la tiene de color pálido y las zancudas patas de los hombres hacen frente a su voluntad. Sus existencias son vacías, y su única ambición, buscar un pedazo de hollín con el que hacer realidad sus sueños.

El hombre camina con la mirada perdida, se cruza con otros hombres, pero no se percata de su realidad. Sólo están él y sus huellas sobre la acera. No parece seguir un rumbo fijo, sino que circula por las calles con una supuesta desorientación; da unos cuantos pasos, de repente se detiene y lanza un suspiro que retumba en sus tripas como miles de ecos, sigue adelante, vuelve a pararse; gira vigilante las esquinas, percatándose de la invisibilidad de posibles amenazas.

No es muy diferente de los otros hombres; no es más ni menos alto, ni más ni menos feo, ni más ni menos listo. Tampoco está más ni menos perdido, aunque su angustia se extiende como un gas y le ahoga y le parece que a nadie puede ahogarle igual que a él. En realidad es la misma angustia que no deja respirar a los demás hombres, sólo un fragmento más de desasosiego, una presión más en el esternón.

En el aire, sólo ruido, un murmullo mecánico y estremecedor que provoca manchas opacas en el cerebro de los hombres. Él no camina ajeno a ese ruido, pero la exigencia de su inquietud sirve como vacuna. En medio de una confusión absoluta, su sistema nervioso comienza a alimentarse del roce de las vértebras. Las manos le pesan. Los pies se detienen. Mira alrededor.

Sólo busca, como los demás hombres, los ojos de la ciudad.

11 comentarios:

Fernando García-Lima dijo...

Me adelanto a todos los comentarios: Fer, ¿qué te has fumado?

Anónimo dijo...

...¿Qué comentarios?

Muy chulo el cuadro de Edvard Munch, me encanta!

Fernando García-Lima dijo...

¿Qué comentarios? Ninguno :-) El blog se ha paralizado...

Y sí, el cuadro de Munch es muy chulo, estoy de acuerdo.

Anónimo dijo...

Pues no sé si es el cuadro, el relato o efecto de los dos en conjunto que me hace pensar en Jack el Destripador :-)

Anónimo dijo...

Fer, no es el qué te has fumado ..porque si te has fumado algo sabemos q se lo cogiste a tu compañero de piso, sino el por qué no te lo has fumado con él.jeje, bueno, aún asi me ha gustado el relato, besines

Anónimo dijo...

jejeje

Fernando García-Lima dijo...

¿Jack el destripador? Una interpretación muy interesante, aunque como empiece con relatos de instintos homicidas, me sé de un compañero de piso que hará las maletas y las guitarras.

Anónimo dijo...

y te quedarás sin nada que fumar :-P


a.

Fernando García-Lima dijo...

Y entonces dejaré de escribir relatos destripadores y me centraré en el olor de las nubes y en lo bonito que es el amor bajo la lluvia. Mmmm... creo que seguiré fumando, aunque sea de forma pasiva.
Compañero de piso: tranquilo, que si me da por "All work and no play makes Jack a dull boy" no la tomaré contigo. Te puedes quedar con tus maletas y tus guitarras.

Anónimo dijo...

Las nubes no huelen y el amor bajo la lluvia es precioso sobretodo si vas de camping :-P

Yo también debería fumar...

Anónimo dijo...

Pues a mi se me mira la ciudad.En la mía lo hace desde los ojos de un puente romano,es una mirada présbita,cansada y conservadora, como la mayoría de sus moradores.Hay otros ojos,diáfanos, de otros puentes modernos que miran mas al futuro de la vieja ciudad....pero en ella,hasta los mas jóvenes son viejos....y ellos solo quieren ser vistos con ojos de tradiciones carpetovetónicos.

 
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