miércoles, 14 de febrero de 2007

Filosofía

Cuando la bibliotecaria apaga las luces, el libro de Filosofía baja de su estante a estirar las páginas pares. Se ha pasado más de un tercio de su existencia entre una primera edición de 1978 de Así habló Zaratustra y un ejemplar de La deshumanización del arte anotada por Luis de Llera. Aquí fue colocado después del gran inventario del 87 y, aunque recuerda poco de su vida anterior, sí que le vienen a las páginas sensaciones agradables, como el recuerdo de las gafas de aquel joven investigador que lo hojeó por primera vez, y todavía se estremece evocando el tacto de los dedos de la mujer que lo tomó prestado en dos ocasiones. Ahora ya pocos se fijan en él, hecho que atribuye a su nefasta posición dentro de la categoría y a un diseño del lomo pasado de moda; es difícil competir contra el colorido de los dibujos o el minimalismo conceptual de las ediciones más modernas, se disculpa. No tiene en cuenta, sin embargo, que se trata de una traducción anticuada y que la tipografía resulta pequeña para los ojos más provectos. Últimamente siente cada vez más caducas sus hojas, porque hace unos meses oyó algo de una joven reedición que llegaría pronto a la biblioteca, pero, aun así, cada noche sigue bajando de su estante, desafía el equilibrio de la hilera y se refugia durante unas horas en la sección de cuentos infantiles.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Oooh qué tierno!!! Me gustó!!

Fernando García-Lima dijo...

Gracias! Siempre me han gustado las personificaciones...

 
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