lunes, 7 de marzo de 2011

El poder de las redes sociales (Historias de Twitter 2)


“Creo que las ciudades pueden no existir para el año 2000. Y no lo digo por las bombas atómicas sino por los increíbles avances en las telecomunicaciones que son posibles gracias a los transistores y los satélites de comunicaciones. Esto hará posible un mundo en el que estaremos comunicados constantemente, sin importar dónde nos encontremos, aún desconociendo la ubicación física de nuestros amigos. Será posible, dentro de 50 años, que una persona haga su trabajo en Tahití o Bali del mismo modo que podría hacerlo en Londres” (Arthur C. Clarke en 1964)


Hoy, cuando volvía del súper, me encontré en el rellano de la escalera con el señor Twitter. Resulta que desde la semana pasada vive en el 3º D.

Esto de tener a una celebridad en el barrio nunca se ha visto. Vivimos en un bloque de pisos más bien modesto junto a la plaza de les Glòries, y la verdad es que no hay mucho multimillonario por aquí, ni siquiera de esos bohemian chic que están tan de moda y se hacen pasar por intelectuales sin un duro; en nuestra calle sólo abundan las palomas, las cacas de perro, los plataneros y los carteles de “volem un barri digne”.

Pero era el señor Twitter, segurísimo. A primera vista, no lo reconocí, y eso que no hay mucha gente con esa pinta de pájaro gigante (como el Albatros, pero en grande) y de color azul. Salí de dudas cuando le dije buenos días y él me contestó con un “tweet” sonoro y pronunció mi nombre con una @ delante –algo que me sonó más bien a caucásico. Aunque a mí los famosos siempre me han intimidado, le seguí la conversación y comencé a hablar del tiempo: que si qué gusto que los días sean más largos, que en las mañanas todavía refresca y que a ver si llueve en el campo, que es donde se necesita. Rápidamente lo hizo Trending Topic – no precisamente por mi agilidad verbal– y no sé si me dedicó un sarcasmo cuando decidió retwittear mis comentarios sobre la humedad del ambiente. En definitiva, que no me cayó nada bien, que un recién llegado debe tener más cuidado con lo hace y con lo que dice y retwittea.

Lo peor no fue eso, sino que además se ha convertido en mi follower y no hay manera de quitárselo de encima. Ahora, por ejemplo, está aquí detrás, viendo cómo escribo sobre él. Sinceramente, es un poco incómodo tener un pájaro añil de 350 kilos siguiéndote en todas las tareas que realizas. Ya a mi mujer le pareció raro que le invitara a comer, pero aún más que se quedara a ver la peli de Antena 3 y empalmara con el Arguiñano. No me quiero imaginar lo que pasará esta noche, que es sábado y ya me entienden: hoy toca. Y en mi cama no hay followers que valgan.


3 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Pues como esta noche comienza el día de la mujer, que decida ella.

Sweetcide dijo...

jajaja

Yessi dijo...

Interesante blog el que tienes por aqui, seguro volveré.

Saludos.

 
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