martes, 14 de abril de 2009

Inspiración


Miró hacia atrás para asegurarse. Sí. Tal y como sospechaba, le estaban siguiendo. Aunque sólo era un emú de tamaño medio, no era como para despreciar la amenaza. Si te están siguiendo, más vale tomarlo en serio, aunque sea un emú de tamaño medio, una comisión ecológica o Franz Kafka. Se volvió así de precavido, así de anticipatoriamente ansioso, cuando hace unos meses fue asaltado en pleno barrio de San Ángel por un país de Europa del Este. No fue grave, un susto nada más: aunque desprovisto de telón de acero, el país de Europa del Este consiguió impresionarle por lo súbito de la aparición, sin tratado de no agresión de por medio. Desde entonces no conseguía salir a la calle sin asegurarse las certezas.

Cuando tenía el emú de tamaño medio a pocos metros, giró por la calle de la izquierda y se metió en el primer portal abierto que encontró en su camino. El emú de tamaño medio pasó de largo, confuso, moviendo de manera febril el cuello, que no es tan largo como el del avestruz, pero sí el típico característico de la familia Dromaiidae. No estaba muy acostumbrado a perder de vista a nadie y se sintió turbado. Y la turbación para los emúes, como todo el mundo sabe, es fatal. Así que allí se quedó, turbado y con poco tiempo que perder.

Él se quedó esperando unos minutos en el portal, contento por haber disipado la amenaza, pero todavía cauteloso, porque con los emúes nunca se puede despistar uno. Al rato -sólo pasó un rato- decidió quedarse a vivir en el portal, que era mucho más cómodo que su casa, por otra parte. Además, en el portal no había teléfono, con lo liberatorio que resulta eso, y recibía visitas cada día, un contacto humano que le ayudó a superar la manía persecutoria.

Cuando salió del portal, el emú de tamaño medio seguía allí.

Luego cambió de animal y se inventó eso del dinosaurio para darle glamour y quitarle complejidad. También creyó que si el personaje se despertaba el relato ganaría en comercialidad.

Pero en el fondo sucedió así.



9 comentarios:

simalme dijo...

Eso es lo malo de no tener ojos en la espalda

AAN dijo...

Pues sí, la turbación para la familia de los emúes es fatal, como todo el mundo sabe :).

Qué cerquita estamos hoy, ¿verdad? Otro beso

Fidias dijo...

Y probablemente, luego, al contarlo de boca en boca, resultase ser un dinosaurio volador.
Y de un emú a un dinosaurio volador hay tanto como de un mal escritor a usted.
Un saludo
^^

manuel_h dijo...

Ya no sé si recuperaste la ficción o has preferido perderte en la realidad. Me siento turbado, y no soy, todavía, emú de ningún tamaño.

(A lo mejor debería reiterarte de vez en cuando lo genial de tus relatos, pero me parece que no es necesario)

Sofía B. dijo...

Pues entonces que no se despierte, nos gusta así.

Besos

Liliana G. dijo...

¡Me encantó! En mis comentarios soy poco original porque creo que ya te lo dije todo: fresco, original, gracioso, estupendamente escrito, racional (a veces, no), culto, pensante, nuevamente original...
Besos.

Lo del emú tamaño medio, me pareció una genialidad.

Diego dijo...

Pues la primera pregunta que le haría a Monterroso ya la tengo contestada. Un abrazo.

Terapia de piso dijo...

La paciencia de algunos es distendida. Es severa y muy tolerante.

Saludos.

José Roberto Coppola

Laura Gómez Recas dijo...

La capacidad de mezclar ficción y realidad es difícil encontrarla. Hela aquí. Lo has llevado muy bien. Un maestro: Cortázar.

Besos.
Laura

 
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