domingo, 2 de mayo de 2010

Imperfección


“Sólo había una cosa que le recordara a Pierpont Morgan su humanidad, y era una enfermedad cutánea crónica que se había apropiado de su nariz y la había convertido en una fresa gigante como las que cultivaba el mago de la horticultura californiano Luther Burbank. Aquella enfermedad le aquejaba desde su juventud. Según se iba haciendo mayor y más rico, la nariz le iba aumentando de tamaño. Aprendió a lanzar miradas disuasorias a la gente que se le quedaba mirando, pero cada día de su vida, cuando se levantaba, la examinaba al espejo y efectivamente le parecía enorme, pero exquisitamente satisfactoria. Le daba la impresión de que cada vez que hacía una compra, sacaba rendimiento a unos bonos o se hacía con el control de una industria, aquel rojo pericarpio adquiría una renovada lozanía. Su historia literaria favorita era el cuento de Nathaniel Hawthorne titulado La marca de nacimiento que contaba la historia de una mujer extraordinariamente encantadora, de belleza perfecta a excepción de una pequeña marca de nacimiento en la mejilla. Cuando su marido, que era científico, le hizo beber una poción ideada para eliminar aquella imperfección, la marca de nacimiento desapareció; pero en el momento en que se desvaneció el último resto de su piel y alcanzó la perfección, murió. Para Morgan, la deformidad de su monstruosa nariz era una huella dejada por Dios, la prueba de su mortalidad. Aquélla era su convicción más firme”.

E.L. Doctorow, Ragtime (fragmento)


4 comentarios:

mariajesusparadela dijo...

Se llama personalidad.
La cara marca. El cuerpo ,marca; la mente, marca.

cleopatra dijo...

Ay, el comentario anterior me quitó la idea -por cierto no muy convincente para mí- de lo que quería decir.

Todos somos mortales, brillemos o no. No hace falta que dios lo haya distinguido a ese señor con semejante deformidad, mejor digamos que la autocompasión nos avergüenza tanto que tenemos que conformarnos con alguna ingenua excusa.

Y las nuestras sobre dios, son todas excusas.

ixilik dijo...

Sin duda, la asimetría , la diferencia, los contrastes, las huellas, de las que enamorarse

Alphonsus dijo...

Todos somos renglones torcidos en la escritura de algún perverso guionista, estoy seguro, lo importante es tardar el maximo tiempo en conocer al autor.
Qué buen texto.

 
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