martes, 31 de julio de 2007

Ícaro


Siempre me ha fascinado – a veces de forma positiva, a veces de forma negativa– la pasión del ser humano occidental por viajar. Basta pararse y sacar una foto. El hombre desea volver al Neolítico, abandonar la formación de poblados estables agrícolas y ganaderos y recuperar su condición salvaje de cazador-recolector. De sedentarios a nómadas. Es el nacimiento del hombre-maleta, que renuncia a esperar a la muerte habiendo conocido un solo lugar y mueve los brazos para que le rescaten de su sitio, que huye antes de ser cadáver y se transporta en el tiempo y en el espacio como necesidad. Y se pone alas de cera y vuela hasta el sol para luego caer al mar y ahogarse. Sobrevive para seguir viajando y construye templos imperfectos y ásperos a Hermes en forma de inmensos hangares. Sueña con peregrinaciones por pasillos fríos repletos de cintas que inutilizan las piernas. Pura arrogancia; una impertinencia ambulante que merece ser castigada por sus semejantes condenando a este inestable emigrante a ser protagonista de una película neorrealista (italiana, por supuesto) ambientada en un aeropuerto. Como aquí y ahora.

- Le estamos pidiendo que coopere, nada más. Si nos ayuda, le dejaremos ir. Can you hear me? Can you see me? El pasaporte, por favor. La tarjeta de embarque, en los dientes. Los líquidos, en la bolsa de plástico. Vuelo de Lufthansa jotakacuatrocientoscincuentayseis con destino Frankfurt. Puerta becuarentaydos. Flight Lufthansa yikeiforjandredanfiftysix, destination Frankfurt. Gate number bifortytu ¿Ahí lleva un ordenador? Descálcese y enséñeme los pies. Aquí, los zapatos. Die you bastard ¿Algo que declarar? Fuck off. Abra la maleta. Come on, motherfucker. Desnúdese.

domingo, 29 de julio de 2007

Niñez


“Me han dicho alguna vez o lo leí en alguna parte – lo recuerdo ahora – que durante la infancia nos hacemos treinta y tres preguntas por hora y que, con el paso del tiempo, cada vez nos preguntamos menos cosas, porque las respuestas están ahí, pensadas por otros y dispuestas a ser adoptadas por nosotros antes de que ni siquiera se nos ocurra cuestionar el cómo y el porqué de lo que nos rodea y nos tiene acorralados. De este modo, acabamos conformándonos con la seguridad de las respuestas ajenas sintiéndonos vencedores cuando en realidad deberíamos luchar por mantener el riesgo constante de las preguntas privadas.

Sí, se nos educa para ser débiles, pero para cuando lo comprendemos ya es demasiado tarde. Alcanza con mirar fotos de niños que alguna vez fueron y compararlas con las fotos de adultos que estos niños resultaron ser para que nos invada una sensación de triste extravío, de resignado desconcierto ante lo imposible de recuperar. Esta boca y esta nariz pueden llegar a coincidir con aquella nariz y aquella boca; pero algo se ha quedado para siempre en el camino: el brillo desafiante de una mirada, la curva cruel de una sonrisa pura y bestial, la estatura perfecta y la silueta aerodinámica, óptima e inasible para alcanzar la mejor velocidad cuando se corre pero nunca se huye. Felices enanos perfectos que, misteriosamente, aparecen anacrónicamente adultos en esos brillantes papeles viejos”.

Fragmento de Mantra, de Rodrigo Fresán, un autor que no me canso de recomendar.

miércoles, 25 de julio de 2007

Creación (Clásico revisitado número 5)


“Dios todavía no ha creado el mundo; sólo está imaginándolo, como entre sueños. Por eso el mundo es perfecto, pero confuso”.

Augusto Monterroso, El mundo



Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba desierta y vacía y las tinieblas cubrían el abismo y el espíritu de Dios revoloteaba sobre la superficie de las aguas.


Y dijo Dios: Haya luz. Y hubo luz. Vio Dios que la luz era buena y puso Dios separación entre la luz y las tinieblas; y llamó Dios a la luz, día, y a las tinieblas, noche, y hubo tarde y mañana: día primero.


Y dijo Dios: Fuera la luz. Y la luz se fue. Vio Dios que la oscuridad era mejor que la luz y, goma de borrar en la mano derecha, decidió suspender la creación por cuarta vez. Dios tuvo el presentimiento de algo iba a ir mal y se cansó de su omnipotencia; y no pudo conciliar el sueño. Así que Dios arrojó la última versión de su proyecto por la ventana y vio que el vuelo de los papeles era bueno y lo dejó todo en manos de la ciencia: día segundo.

domingo, 22 de julio de 2007

La monarquía

En un primer momento pensé en poner el vídeo del testamento de Franco (que puede estar muy contento de cómo se están desarrollando las cosas por aquí), pero seguro que los de El Jueves prefieren que nos tomemos con humor la noticia del secuestro de su último número.


miércoles, 18 de julio de 2007

Compromiso

Las pupilas recuperaron el tamaño de pupila y allí estaba el espejo, teñido de tiempo. Bostezó y el bostezo provocó que la cabeza se convirtiera en una espiral de luz que le cegó el entendimiento, todavía demasiado joven, demasiado temprano. Cómo puede ser que las cuencas me estén matando los ojos –pronunció sujetándose con una mano en el mármol del lavabo y rascándose un muslo con la otra–; seguro que todavía estoy borracho. La boca parecía sin lengua, como la cueva de un dragón, y con el sabor de la cueva de un dragón que ha bebido demasiadas princesas. Cuando consiguió separar los sueños del cuarto de baño, se balanceó hacia su cepillo de dientes. Sintió que flotaba sobre el ruidito molesto que precede a las pesadillas.

No había cepillo de dientes.

Había cepillos de dientes.

Junto a su cepillo –verde, cerdas rojiblancas, lotengoquecambiar–, había un cepillo extraño –rojo, cerdas blancas, demasiado nuevo– que miraba rabioso. Con furia quebrantahuesos y un movimiento de máquina trituradora, abandonó su letargo de cepillo, se enderezó aún más y sepultó, con movimientos verticales de barrido, la durmiente placidez del cepillo verde. Una muerte instantánea: sólo quedaron trozos de plástico y cerdas desperdigadas. Él, todavía al borde de la noche, se frotó los ojos, se rascó el muslo.

Le vino un cosquilleo al cuello. El cepillo rojo sonreía, clavado en su yugular.

domingo, 15 de julio de 2007

Just like honey


Algunas despedidas son tan dulces como la miel...


“117 EXT. TOKYO STREETS – DAY

Bob gets out and rushes down the streets to where he saw Charlotte. The street is crowded with JAPANESE PEOPLE, and different colored umbrelllas (it’s sunny out with a light rain).

Music blasts from speakers on the streets, and there is some promo going on with GIRLS handing out little cologne samples. Bob looks around for her, but only sees dark hair, umbrellas, and super tan JAPANESE KIDS.

In the distance an umbrella moves to reveal Charlotte.

BOB

Charlotte!

But she can’t hear him over the loudspeaker. He rushes to her.

C.U. she turns and we see she is crying.

The music swells. He embraces her, holding her close to him in the crowd.

BOB

Why are you crying?

CHARLOTTE

I’ll miss you.

He kisses her, hugs her good-bye.

BOB

I know, I’m going to miss you, too.

He holds her close.

CUT TO:

Charlotte watches Bob as he reaches his car, he turns and looks at her.

She smiles at him, and is lost in the crowd.

Bob gets into his car.

CUT TO:

Charlotte walks with the crowd as they go on their way”


Sofia Coppola. Lost in translation

miércoles, 11 de julio de 2007

Rutina


"Vamos, Thérèse, reanímanos ––dijo Cardoville––; ya ves que las antorchas están apagadas, hay que encenderlas de nuevo"
Justine o los infortunios de la virtud

Las celdas están hechas para corroer destinos, como habéis hecho con el mío, querida. Agarró el cinturón de la hebilla de cobre macizo y azotó su espalda, casi muriendo de placer. Se acercó a su amada y, mientras le mordía los labios, tiró de las cuerdas que fundían silla, mujer, silla, mujer. ¿No puede apretar más?, le espetaba desafiante. Con ojos enfermos de cólera y pestañas incendiadas por la visión, se saltó estaciones intermedias. Flageló, aulló, blasfemó con furia, hasta que le vino la fiebre. ¿No puede pegar más fuerte?, le azuzaba retadora. La devoró a chupetones, la acarició con lija, la masturbó con un caimán amaestrado y la golpeó con el Ulises. Sólo tedio.

- Déjelo, es inútil, parece como si se hubiera olvidado de excitarme bien. Desáteme. Lo siento mucho, Marqués, pero creo que la fuerza se le va por la pluma.

domingo, 8 de julio de 2007

Hombres como rocas

[Entrada compartida con Lila dit ça]


Aunque el amor a la patria sea una odiosa mentira, desde el exilio (voluntario), a la hora de mirar hacia atrás, la añoranza gana la batalla a la ira. No voy a aturdiros con historias de mi nacimiento, de cómo fue todo ese rollo de mi infancia “y demás puñetas tipo David Copperfield”, ni mucho menos. Me he levantado nostálgico y me han venido a la cabeza imágenes de mi pueblo, de mis correrías (nunca demasiado osadas) por la muralla, los fosos y, ocasionalmente, extramuros, de los “niño, no toques”, de las ruedas de bicicleta pinchadas, de las niñas feas de mi barrio (no porque lo fueran) y de la enorme fuerza de la costumbre, de la vida a la sombra de San Blas, el Carnaval, la Semana Santa y los fuegos artificiales. Del hornazo, el farinato, los bocadillos interminables y la educación refranística (“El viajar forma a la juventud”; “Para bruta, la mujer, la vaca y la mula”, “La merienda y la casaca no las dejes en casa”).

Miss conclusiones (o lady-intramuros):

El pasado no es más que un prólogo del futuro que siempre está presente.


Hombres

"Los hombres de mi tierra
son como rocas:
de pocas palabras,
de muchas pelotas.

Bajos y morenos,
sólidos y lentos,
firmes y serenos,
en sus movimientos.

Como las encinas
de sus encinares,
hondas las raíces,
hondas en el suelo
y altas las cabezas,
altas y hacia el cielo.

Y como los robles
de sus robledales,
dura la corteza
y por dentro nobles,
nobles y leales.

Mitad labradores,
mitad ganaderos,
hechos a calores,
hielos y aguaceros.

Aman el dinero,
mas no en demasía.
Aman más la tierra
y todo lo que cría.

No son insociables
pero con una vieja
sabiduría
prefieren soledades
a compañías.

Con los caballos
y las mujeres,
sus alegrías
y sus delicias,
rienda y espuelas,
fusta y caricias.

Así son,
ya te digo,
los hombres de mi tierra,
de Ciudad Rodrigo”.


Enrique García Guerreira. Coplillas a Ciudad Rodrigo

jueves, 5 de julio de 2007

Coquetería


Ella encima de él y empezó a hablar de Freud y de la interpretación de sus sueños, una prueba de que la fantasía, la ensoñación referida a lo que no ha sucedido, es una de las más profundas necesidades del hombre, Milan Kundera; de calendarios y relojes, de la destrucción de la literatura y los lectores-hembra, y de las pruebas de la existencia de Dios y la infinitud de la oscuridad. Le recordó al matrimonio Auersberger y a su sillón de orejas, a los hombres de gris y a las bibliotecas en el espiral por los senderos que se bifurcan.
Luego gritó, sintiéndose en la cima de una montaña azulada, en una habitación pintada de rojo. La anorexia sexual produce monstruos, pronunció la boca presumida. Desmontó y le volvió la espalda, tapándose la cara con la almohada y refugiándose en el insomnio. Él se quedó mudo, en un intervalo entre la pasión y la monotonía, con la excitación insatisfecha.
Desde luego, me invitas a cenar y me montas un psicodrama.

lunes, 2 de julio de 2007

Porque era muy mala



"Mis padres no solían pegarme. Lo hicieron sólo en una ocasión: empezaron en febrero de 1940 y terminaron en mayo de 1943". Días de radio. Woody Allen

Casi seis meses después (ya era hora), toca homenaje a la película a la que rinde tributo el título de este blog.

Dedicado a los que se pasan el santo día en Oklahoma.

 
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