miércoles, 10 de febrero de 2010

Que no


Y de repente llega el momento en el que se desvanecen las tildes, que se han puesto de huelga, que no quieren aparecer de ninguna manera en lo que escribo. Se me ha presentado una -creo que la cabecilla- en mi despacho y me ha dicho que no, que lo ha hablado con sus compañeras y a partir de ahora mis letras tienen que mostrarse a la vista de los lectores sin el adorno necesario del acento. De hecho, hasta me han quitado la tecla, por si tengo tentaciones de pulsarla al querer convertir un Si musical en uno afirmativo.


Escribir un texto como el que lees ahora prescindiendo de la tilde no es sencillo. Algunos, al fantasear con esta coyuntura, seguro que lo imaginan placentero y relajado. Es imposible estar tan errado en el juicio.


Desde esa funesta hora el pasado me ha quedado vetado, con lo que debo limitarme a describir circunstancias de mi vida presente o avatares del futuro: mucho me temo, pues, que estoy condenado a repetir errores antiguos por no poder repasarlos, y a mirar hacia adelante sin dedicar un minuto a provechosas meditaciones. Asimismo, de mi vida queda desterrado el condicional. Esto no parece tan malo, aunque me vea obligado a plantear mi existencia como una suma de compromisos, donde no son aceptables ni las excusas ni los miedos. Tampoco las quimeras o los sueños, pero eso ya me lo quitaste hace tiempo.


Suerte que a mi madre no le dio por ponerse de parto en Francia, donde, a pesar de hacer las cosas bastante mejor que en estas latitudes peninsulares, la tilde es patrimonio nacional y acicala los textos exageradamente, como si las letras requirieran de un acicate para sentirse fuertes y pronunciar las cosas con el convencimiento necesario. La vida no merece la pena ser vivida entre los franceses si te obligan a mutilar los acentos y, como es mi caso, no te gusta el queso.


Ahora al escribir transpiro, lloro, escupo en el papel, insulto al negro sobre blanco. Me imagino palabras agudas acabadas en ene o en ese. O incluso en vocal. Doy mi reino por un sustantivo llano con su final en equis, en ele o en zeta.


Supongo que entiendes mis motivos.


Por eso te digo que no.


No.


Y quiero contestarte otra cosa, pero no puedo.


13 comentarios:

Maite Mava dijo...

Acepto tu negativa... Sabes que siempre lo hago... Intento escribirte más extensamente en breve... Y apenas he utilizado una tilde...

Isabel Tejada Balsas dijo...

pero...pero...pero...cómo no puede gustarte el queso??? .^

mariajesusparadela dijo...

Te comprendo, sí.

Tristancio dijo...

mmmm, no había reparado en que la tilde tiene que ver con la memoria, con los recuerdos... con ayer, o con hoy en la mañana.
Los pueblos que tienen mala memoria tienen, por tanto mala ortografía... ahora me explico tantas cosas, tantas descabelladas cosas...

Pero nos queda el pretérito imperfecto...

Saludos.-

Isabel Martínez Barquero dijo...

Terrible la huelga de las tildes y trapalear por los servicios urgentes no acentuados. Gran horror produce no poder usar palabra con esa pequeña rayita encima.
Lo mejor: volverse asertivo con un "no" bien grande, que no vaya a confundirse con un condicional o con un asentimiento.

Sofía B. dijo...

Fantástico.

Te diría que mejoras pero a partir de cierto punto ya no sé si es cierto.

Besos

ixilik dijo...

Cuidadito con tus tildes no las acusen de Kale Borroka. Un idioma en el que no existen las tildes es el Euskera. Vigila a tus "c", serían las siguientes

Terapia de piso dijo...

Cuan llenos estamos de nuestras propias limitaciones.

Un abrazo, Fernando.

José Roberto Coppola

Anónimo dijo...

Oye, ¡que casualidad! ¡A mi se me pusieron en huelga los tiempos verbales hace unos días!
¿Seremos malos patrones? Seguramente si.

Cris dijo...

Lo chungo no es que te quiten las tildes sino las palabras que la llevan y que limiten tu universo y tu vida a palabras átonas (vaya, átona también lleva acento), sin poder distrutar más del jamón, del lápiz, de las sábanas...

Besos.

Carla dijo...

De pequeña (bueno y no tan pequeña)no sabes cuantas noches pedía antes de dormir que desaparecieran las tildes, eran un GRAN incordio a la hora de hacer dictados...

Hoy por hoy, se puede decir que empezamos a enterdenos (un poco).

Volveré por aqui:)

La Poesía es un Cuento dijo...

Un comentario fugaz para que las tildes de mi teclado no se enteren del asunto no sea que se pongan en huelga en solidaridad:

Magn... digo grandioso texto.

Nana Green dijo...

Oh, hace poco mi ordenador se constipó y no podía escribir tildes. Lo pasé mal hasta que se curó, era muy frustrante >.<

 
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