Ejercicio introspectivo a la una
Cuando se acercaba a su precipicio, miraba hacia otro lado.
Tenía vértigo de sus vidrios rotos.
Así que miraba hacia allá, como marca el Reglamento. A cualquier lugar menos a su lluvia.
Allá a lo lejos mejor que a su oscuridad, a la pausa de aquellas grietas. A cualquier duda.
Miraba hacia la calma de los claxons y las sirenas.
A cualquier lugar menos a las bajas temperaturas.
Hacia la parodia del escenario.
Iba sembrando tempestades, repartiendo jirones de niebla.
Y vivía un poco a destiempo. (según sus cálculos, sólo dos o tres veces por semana).
Le dijeron “céntrese”, “búsquese”, “mírese”.
Y se ha puesto un espejo en casa.
Pero hay que afinarlo.
Porque en él sólo aparecen moralejas.
6 comentarios:
Increíble la foto, increíble el texto. Como siempre.
Abrazos
Háblame de tu afinador de espejos. Yo también lo necesito.
Ufff!!, y quién no tiene vértigo de sus vidrios rotos???.
Aunque eso ya es un gigantesco paso; el darse cuenta que uno tiene vidrios rotos, digo. Es el punto de partida fundamental para poder empezar a unir, a pegar. Hay quienes a pesar de ser auténticos añicos viven su vida inconscientes, creyéndose copas intactas de cistal de bohemia.
Besossss
Cuando se encuentre, que me busque *
Por un momento creí que las moralejas no existían. Que no había lecciones que aprender ni fórmulas que repetir para no equivocarse.
Un saludo, Fernando.
José Roberto Coppola
Creo que a veces llego a odiarte por escribir cosas que me gustan tanto, eso si, si te odio sera con cariño por hacer que cada vez me gusten mas las palabras =)
Supongo que a nadie le gusta mirar su lluvia, aunque la lluvia siempre sera bonita.. todas las escenas de lluvia de las pelis son bonitas ^^
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