domingo, 24 de enero de 2010

Luz (III)


No me convencieron las explicaciones de papá. Papá es raro. No entendí eso de cantar con los cronopios. Tampoco me pareció muy divertido eso de vomitar conejitos. Al contrario. Me dieron mucha pena. Pobres. ¿Tendría que descubrir yo sola a dónde van los señores de la luz?

Me quedé mirando el rayo de sol. Buscaba pistas. Los señores de la luz iban de un lado a otro. ¿Sin rumbo? Pasé de nuevo la mano por su camino. Se pusieron nerviosos otra vez. Eso quería decir que no les gustaban las interrupciones, que tenían muy claro a dónde ir, aunque no lo pareciera.

Pero no le iba a preguntar a nadie. Lo iba a adivinar yo sola.

Se me ocurrió una cosa. Me puse en medio de la luz, a ver qué se sentía entre los señores de la luz, siendo uno de ellos. Quizás así conseguiría entenderlos.

Tuve que achinar los ojos un poco por el sol. Luego los cerré y escuché. Pero disimuladamente, para que los señores de la luz no se dieran cuenta. Y me puse a imaginar dónde querría ir si fuese un señor de la luz.

¿Dónde?


5 comentarios:

Rosa dijo...

Quizás se trate sólo de dejarse llevar. A veces las cosas son mucho más sencillas de lo que imaginamos y sólo la mirada de un niñ@ es capaz de verlo. La adultez nos hace perder esa capacidad.
Besos

ixilik dijo...

Creo que a mi no me quieren. Por lo general, cuando me salgo de la sombra a la luz , o hay un disparo de cohete de los Sanfermines de los Sñores de la Luz, suelo estornudar (tres veces por lo general).
Creo que me llaman huracán

Carla dijo...

Yo creo que iré al Fin del Mundo, a ver qué tal se está por allí...

un besito

Fidias dijo...

A cualquier lugar, porque siempre habrá una sombra acechando, con la que batallar.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Son preciosos estos relatos de los Señores de la Luz. Un lirismo y una ternura que me han fascinado.
Un saludo.

 
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