Lunes
Abrí la puerta del armario y me di cuenta de que algo raro pasaba –llámenme perspicaz– cuando sentado sobre la pila de las camisetas se hallaba un hombre de unos cuarenta y largos que, absorto, leía unos papeles.
Oiga, le dije.
El hombre se asustó, se le cayeron los papeles y acabó por revolver todo el armario. Curiosa reacción, pensé, cuando ahí el que realmente se debería haber sorprendido era yo: en contra de lo que puedan pensar, mi conducta fue más bien flemática. Y eso a pesar de que no suelo encontrarme con señores entre mi ropa, la verdad: era lo que me quedaba por ver esta semana.
Tranquilo, no se alarme, pero es que está usted en mi armario, comenté.
El hombre se recompuso como buenamente pudo. Recogió los papeles, que se habían repartido por el suelo de mi habitación, y se colocó las gafas. Después se pasó la mano derecha por el pelo y habló.
Disculpe, a estas horas debería estar debajo de su cama, pero me he despistado leyendo.
¿Y qué es lo que lee?, le pregunté.
(En realidad, igual que ustedes, estaba más intrigado de por qué ese hombre estaba en mi casa que de la literatura que lo distraía, pero en ese momento me salió así).
¿No lo sabe? Pues lo que viene. Leo lo que viene.
¿Cómo?. Yo no había entendido un carajo, por supuesto.
Sí, deje que le explique. Por lo que he leído, hoy se va a poner esta camiseta roja de aquí, la americana negra y los pantalones de pana. Después se va a lavar los dientes, dirá “mierda, llego tarde” y saldrá corriendo de casa. Luego subirá al autobús número 20, discutirá con el conductor porque no tendrá suelto, pisará a una señora y le dirá “perdone”. Yo estoy aquí para recordárselo.
Ajá, pronuncié. Así que es usted mi apuntador.
Eso es. Encantado de conocerle.
Lo mismo le digo.
Y cogí la camiseta roja, la americana negra y los pantalones de pana. Después cerré el armario y me fui a lavar los dientes.
Mierda, llego tarde, dije.
9 comentarios:
Oh Dios, cuando leí esa primera frase creí que reventaba jajajaja
-llámenme perspicaz-... yo lo cambiaría por genial.
Cada día me gustan mas tus textos, Fernando
Dios!!! Me ha encantado!!! Y siempre me hace esbozar sonrisas!! Es un artistazo de la palabra, se lo digo de corazón. Besos admiradores, como siempre :)
Mi apuntador se ha aburrido y renunció... que era imposible, dijo, mientras cerraba la puerta por fuera, dejándome todo confundido. No sé que ponerme hoy...
Abrazo.-
Cuando estoy más absorto es cuando lo escucho y siempre le obedezco. Es inevitable.
Saludos, Fernando.
José Roberto Coppola
Cada día estoy más contenta de haberte encontrado. Es genial lo que escribes.
(miré entre las camisetas y no está; en el de los zapatos tampoco; jerseys y demás de abrigo,nada.¿crees que, como soy ama de casa estará entre sábanas y manteles?)
Yo, si veo al mio, lo muelo a palos. Me da igual que él no sea el escritor.
Pues sí, a más de un apuntador deberían darle su merecido. Será tal vez una señal de que podemos, de verdad, dirigir nuestras vidas?
Lo meditaré mientras busco entre los cajones.
Besos
jajajajaja, te encuentras un hombre sentado en tu armario y le dices "oiga"?? jajajaja.
Gracias por este rato Fernando.
Me encantó tu post. Magnifico.
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