miércoles, 8 de julio de 2009

Calor



A mí es que el verano me sienta fatal. No es nuevo. Quien me conoce sabe que el calor me provoca una tristeza de huérfano, me hincha las venas hasta el límite de la obesidad y me vuelve más incomprensible. De hecho, me convierto en un ser absurdo y hago cosas que no llevaría a la práctica en un clima más templado. El año pasado me convertí al catolicismo durante una tarde y bloqueé la calle Azafranal con dos contenedores de basura. Luego me fui de cañas por Van Dyck como si nada, pero me acurruqué en la esquina de un bar y me quedé dormido.

También se me seca el cerebro y aquello que en invierno haría en unos pocos minutos ahora me lleva días, o incluso semanas. Las historias se me evaporan y sólo me sale escribir acerca de cuartos de baño y de apariciones marianas, junto o por separado, lo cual no le interesa a nadie. Creo que es porque con el calor no salgo mucho de casa. Me dan miedo las playas y los incendios provocados, y acabo yendo a por tabaco y poco más.

Esta mañana, sin embargo, harto de los cuartos de baño y de las apariciones marianas, salí a por una historia. Expresamente. Y cuando uno tiene el objetivo claro, es fácil conseguirlo, así que a los diez minutos ya tenía mi historia. No me costó nada hablar con ella, porque se ve que estaba deseosa de letras. Charlamos un rato en un soportal hasta que nos entró hambre y la invité a comer. Luego nos tomamos un café y fumamos, intercambiamos opiniones sobre los zapatos de tacón, el arte de los objetos mundanos y las versiones de las canciones de Peret.

El problema es que me acabé acostando con ella. Y encima me corrí enseguida. Como no me conocía, se enfadó y se fue, porque no sabe que el calor me sienta fatal. Aunque en el fondo me da igual: era una mierda de historia al lado de mis cuartos de baño y mis apariciones marianas.


7 comentarios:

Sofía B. dijo...

Fue una breve historia pues.

Besos

Svor dijo...

yo, todo lo contrario. el frio me deja como a los arboles el invierno.

Terapia de piso dijo...

Yo soy adicto al sol, a los mediodías y a otras muchas cosas más.

Un abrazo, Fernando.

Déjate llevar por el sudor. Déjate.

Saludos.

José Roberto Coppola

Fidias dijo...

A mi cada estación me afecta lo suyo, pero no es comparable tu sequedad cerebral a mis peligros por la sangre en primavera ;)

Carmen dijo...

qué historia más insensible

si al menos no fumara casi que la entendería, pero con el juego que da el tabaco podía haberse fumado una cajetilla entera (o media), cómodamente tumbada en la cama, haciendo circulitos con el humo y después empezar de nuevo

busca otra historia, ésa desde luego no estaba a la altura de ninguna aparición

manuel_h dijo...

era una historia fácil, indigna por completo

Ficticia dijo...

:)

 
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