Pobrezas
Desde que te fuiste ha sido todo ir de un lugar para otro, extraviado. Ayer, por ejemplo, empezó a llover y yo estaba en la calle, pero me dio igual. Seguí andando. No me detuve debajo de la marquesina de siempre, sino que seguí andando. Llevaba unos auriculares en los oídos y escuchaba Detener el tiempo para no tener que escucharme a mí mismo. Sólo digo pobrezas y poco más y para qué escucharlas. Sólo son pobrezas y poco más.
Y crecí tratando en vano de desentrañar todo lo que el miedo esconde...
Hoy, muy de mañana, me encontré contigo. En realidad no estabas, pero yo me encontré contigo o quise hacerlo. Me giré de aquella manera. Ya sabes, cuando te abrazo en sueños, que es la única manera en la que te abrazaba. Y me encontré contigo. Estaba haciendo lo que hago últimamente: ir de un lugar para otro, extraviado, en aquella cama que provoca más pérdidas que encuentros. Entonces apareciste y te abracé en sueños. Se abrieron puertas por todas partes. O eso recuerdo, porque todo estaba bastante oscuro. No sabía qué hacer conmigo, más que callarme no sé qué hacer. Porque para decir pobrezas, mejor callado. Y entonces te abracé en sueños y se abrieron puertas. Pero en realidad no estabas.
Y aunque el miedo se volviera a manifestar para entonces ya sabía que no me abandonaría...
No estabas y no estarás más, me dijiste. Comencé a extraviarme, primero en la proximidad. Ahora estoy agotado de ir de un lugar para otro, sembrando decepciones, asfixiando, perdiendo la fe. Escucho las pobrezas de mi vida, rememoro horas insoportables, me convenzo de que no estoy muerto, no sé para qué. Y en mi casa, todo sucio de supervivencias y, de vez en cuando, de náuseas. Pobrezas, también hay pobrezas y poco más. Porque tú ya no estás.
Tan presente como el miedo se hizo la verdad y ahora que los tengo enfrente sé que seguirán ahí siempre